Brigada callejera. 25 años en pie de lucha social, comunitaria y resistencia

Brigada callejera. 25 años en pie de lucha social, comunitaria y resistencia

Publican informe de actividades
Leonardo Bastida Aguilar

México DF, enero 14 de 2016.
Impulsar reformas legales y nuevas políticas públicas que garanticen la certeza y seguridad jurídica de quienes se ganan la vida con el sexo comercial y terceros involucrados , siempre y cuando haya consentimiento libre e informado entre personas adultas ha sido uno de los objetivos de acción de la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez” que cumple 20 años de trabajo como asociación civil y 25 de trabajo comunitario con personas al trabajo sexual, algunas sobrevivientes de trata, para que dejen de reproducir relaciones sociales basadas en el aprovechamiento de los otros para beneficio de unos pocos.

Remoto parece aquel 1987, cuando las y los fundadores de Brigada, antes de ser brigada, emprendieron una batalla en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM contra las propuestas de privatización del ente universitario. De allí, aseguran ellos mismos, surgió la idea de conformar una Brigada.

El adjetivo de callejera, se lo sumarían cuando decidieron insertarse entre las trabajadoras sexuales de la vía pública para brindarles apoyo, pero no en el sentido de “resolverles la vida” sino de reforzar luchas emprendidas y fortalecer los primeros pasos para una resistencia.

Es en ese apartado de resistencia que ese grupo de jóvenes irrumpe en un México cegado por el priismo, un sistema único de televisión, medios de comunicación coptados y un peso devaluado, para hablar de la prostitución forzada o trata de blancas, un fenómeno que no había desaparecido con Las Poquianchis, a pesar de las aseveraciones de muchas esferas de la opinión pública.

El tiempo les comenzó a dar la razón. La trata de personas era y es una realidad en México, se ha convertido en un negocio prolífico para gobiernos y redes del crimen organizado, y ya no sólo se trafica a mujeres mexicanas, sino también a extranjeras que están de paso por México o que desean llegar a los Estados Unidos.

Para comprender la compleja realidad se desentienden del término prostituta y retoman la postura epistemológica de Scarlot Harlot, quien creo la categoría de análisis trabajadora sexual, para dejar a un lado el de prostitutas, así como los del sociólogo Francisco Gómez Jara, quien hablaba de las bases económicas de la prostitución en México y la necesidad de reconocer su existencia a partir del surgimiento del Estado, la familia y la propiedad privada, y la propuesta antropológica de Marta Lamas, los postulados pedagógicos de Paulo Freire, la perspectiva de Sylvia Marcos, las reflexiones de Estela v. Welldon y las experiencias de las trabajadoras sexuales del barrio de La Huaca en Veracruz.

Ruta de resistencia

A manera de festejo, Elvira y Rosa Icela Madrid y Jaime Montejo publicaron la “Cronología de una Lucha Social contra el Estigma y la Discriminación en el Talón”, en cuyo contenido plantean una serie de principios éticos de interacción con sobrevivientes y personas tratadas, entre los que destacan privilegiar el interés superior de la víctima, la transparencia y la rendición de cuentas de cada intervención, representar únicamente a quienes lo han solicitado expresamente, respeto a la confidencialidad, no revictimizar a las personas sobrevivientes de trata ni aprovecharse de su situación y brindar atención integral, que contemple aspectos psicológicos y físicos, protección a sus hijos y familiares y acceso a refugios y trabajo y que sea oportuna.

También comparten sus experiencias de trabajo a lo largo de estas dos décadas y un lustro, rememorando que en 1989 iniciaron su trabajo con una tarea escolar sobre comercio sexual y de allí pasaron a la práctica, a enfrentarse la cruda realidad que no circunda las aulas de clase ni se asoma en muchas reflexiones teóricas. Así, entre 1990 y 1992 comenzó el “brigadeo” a través de pláticas y escuchas de testimonios en la calle, bares y estéticas de zonas de la Ciudad de México donde se ejercía el comercio sexual.

Un punto de inflexión fue 1993 cuando iniciaron la realización de talleres de información sobre VIH/sida y derechos humanos dirigidos a trabajadoras sexuales y establecieron la primera ruta de distribución periódica de condones gratuitos. El trabajo continuo con la formación de una propuesta de atención en la vía pública, la elaboración de guías, diálogos con múltiples autoridades a lo largo y ancho de todo el país para realizar acciones específicas enfocadas a las personas dedicadas al trabajo sexual.

En 1995 surge un programa de mercadeo social de condones Encanto cuya finalidad es permitir la autonomía económica del proyecto y no depender de financiamientos externos, y como respuesta a la suspensión de suministro de condones ordenada por el Consejo Nacional para la Prevención y el Control del Sida ante las críticas de Brigada por el control sanitario impuesto a miles de trabajadoras sexuales del país.

La situación los lleva a recorrer Tenancingo para conocer los mecanismos de trata y explotación de personas y a crear, en 1997, un Espacio Comunitario de Atención a la Mujer en la Parroquia de La Soledad, que contaba con consultorio médico y psicológico, comedor, biblioteca y condonería a disponibilidad de las trabajadoras sexuales de la zona de La Merced y La Soledad.

Ese mismo año se celebra el primer Encuentro Nacional de Trabajadoras y Trabajadores Sexuales en la Ciudad de México. Un año antes, comienza sus funciones la agencia Noti-calle, un espacio de difusión de las tareas de la Brigada.

Para 1998, la salida del padre Héctor Tello Gutiérrez de la parroquia de La Soledad provoca que Brigada cierre el Espacio Comunitario. Por un año, las labores se realizan en otros espacios, sobre todo las de mercadeo social de condones y el Encuentro de Trabajo Sexual. Mientras tanto, se trabaja con trabajadoras sexuales de Jalisco y se les capacita.

En los resquicios del siglo XX, en 1999, Brigada Callejera llega a su sede actual en la calle de Corregidora, donde continúa con la construcción de un espacio comunitario para las y los trabajadores sexuales. También da a conocer un Diagnóstico Situacional sobre la Trata de Personas en la Zona de La Merced, crea la marca de condones Triángulo, específica para hombres que tienen sexo con otros hombres.

Un año más tarde, se lograría el registro sanitario del condón femenino y se emprendería una campaña de uso y promoción del condón, específica para trabajadoras comerciales, la cual estaría acompañada del libro “El encanto irresistible del condón”. El primer éxito en materia legal se obtendría al lograr, en conjunto con la cooperativa “Ángeles en busca de libertad”, la remoción del control sanitario para “sexoservidores” en la Ciudad de México.

Un nuevo siglo trae consigo nuevos retos, continúan los proyectos de Noti-calle, el mercadeo social de condones, el espacio comunitario, brindando atención médica y psicológica a trabajadoras y trabajadores sexuales, los encuentros nacionales de trabajo sexual, los cuestionamientos a las instituciones de salud y la petición de que el trabajo sexual fuera considerado como trabajo no asalariado.

A la vez, surgieron nuevos proyectos como las historietas ilustradas, que en 2003 verían a la luz su primer número bajo el título Mariposas Nocturnas, en la que se hablaba de prostitución infantil. Además de algunos otros textos como Sustentabilidad en la lucha contra el SIDA: alternativas de financiamiento o dependencia económica y campañas como “Súbete a la línea de la prevención”, implementada en el Metro de la Ciudad de México y una contra la explotación sexual infantil comercial.

En 2006, se participa por primera vez en la marcha del 1 de mayo, con motivo del Día del Trabajo, se amplían los servicios de salud comunitarios en las instalaciones de Brigada y su trabajo sigue siendo retomado en publicaciones nacionales e internacionales.

Los hechos ocurridos en Castaños, Coahuila, el 11 de julio de 2006, en los que soldados mexicanos atacaron a trabajadoras sexuales, provocarían que se decidiera decretar ese día como el Día de la Trabajadora Sexual en homenaje a las compañeras agraviadas aquella noche y quienes no vieron justicia.

Durante la XVII Conferencia Internacional de Sida, realizada en la Ciudad de México, en 2008, las protestas de Brigada Callejera contra los precios de los medicamentos, la falta de acceso universal a medicamentos antirretrovirales y la persecución de trabajadoras y trabajadores sexuales en la Ciudad de México tuvieron amplia difusión en medios nacionales e internacionales.

La primera década del siglo XXI concluyó con la ampliación de los servicios de salud a mujeres indígenas en Chiapas y migrantes y la creación del taller de periodismo Aquiles Baeza, coordinado por Gloria Muñoz de Desinformémonos y Agencia Noti-calle, que permite a trabajadoras sexuales narrar sus experiencias y ejercer un periodismo comunitario sobre lo que ocurre a su alrededor.

Para 2011, se publica el primer informe sobre feminicidios de trabajadoras sexuales en México. Dos años más tarde, Brigada ingresa a la Alianza Global contra la Trata de Mujeres, y en 2014, logra la sentencia judicial histórica ( amparo 112/2013) que reconoce al trabajo sexual como trabajo no asalariado y permite que a trabajadoras y trabajadores sexuales independientes se les otorgue una credencial y reconozcan sus derechos, sin ser cohersionados por las autoridades.

Las labores continúan y ayer, el embajador de Canadá en México visitó las instalaciones de Brigada, que ha sido beneficiaria del Fondo Canadá, entre otras cosas, para imprimir la historieta “Desaparecidas en Ecatepec” y el cuadernillo de “Auto protección ante la trata de personas”, para conocer de propia voz, las historias de decenas de trabajadoras sexuales que han pasado su vida entre las calles de la Ciudad de México, sobretodo de La Merced.

Un cuarto de siglo después de haber iniciado el largo camino, Brigada Callejera se enfrenta a retos como logar modificaciones a la Ley General contra la Trata de Personas, cambiar el lenguaje en los medios de comunicación cuando se habla de trata de personas y trabajo sexual, continuar con la lucha para que más personas que se dedican al trabajo sexual logren el reconocimiento de este como un trabajo no asalariado y visibilizar que el trabajo sexual y la trata de personas no son sinónimos, y por tanto, no se debe criminalizar al primero.

Con información de Agencia Noti-calle