Columna: Takones altos… Memorias…

Columna:

Takones altos…

Memorias…

Manuela

12/03/17

Cuando dos veteranas se reúnen, por ejemplo, por decisión o por casualidad, y más si estuvieron en una batalla juntas, las memorias florecen ante el torbellino de la vida.
-Hola China, ¿cómo estás?

Le pregunto la Suspiros. La Suspiros, eterna soñadora del amor. Nunca le bastaron su número de parejas, y cada número corresponde a un nombre, y con ello una infinidad de desilusiones para dejar de buscar el amor. Aunque ya está casada, por el civil, siempre recalca con orgullo, no deja de enamorarse y enamorarse de su “Güero”. Porque siempre me gustaron los güeros, le gusta mencionar.

-Bien.- Contesta la China.

Como casi todas las chinas, se ganó su apodo, no por su nacionalidad o por su fisionomía oriental, sino por el cabello rizado. La China, ya entrada en años, cuenta con el semblante serio que otorga la sabiduría por el recorrido en el tiempo.

-No, era muy guapa. Así, blanquita, delgadita y peinadita, así de lado, con su colita, la adornaba con una flor, así, grande.

Sus manos hablan junto con su boca, así que nos dice cuán grande era.

Uno se puede imaginar una flor tan grande como un girasol, un tulipán, una dalia o cualquier flor que uno se desee, comparado con la belleza de aquellos años con la belleza juvenil de esta China.

Cuando sus miradas se encontraron las memorias se verbalizaron con el ya típico, te acuerdas.

-Yo estaba bien chavita, te acuerdas. Yo con ella nombre, una vez, bueno, yo estaba hasta atrás, estaba inhalando. Llegó un tipo. Un niño bien. Un riquillo. Estaba bien guapo. Y yo dije, uuy, y eso me voy a comer. Y pues ya que le dijo cuanto. Pero se fue. Yo dije, ya ni modo. Pero regreso. No pus, yo bien emocionada. Que me dice, ¡súbete! Ni tarda ni perezosa, que me subo. Estaba bien guapo.

No lo hubiera hecho. Luego luego que me dice, ¡ya valiste verga pinche puta! No pues que me asusto, no, bien asustada. Y que saco la mano por la ventana. Verdad manita, refiriéndose a la China que asentía con una sonrisa y un ligero movimiento de cabeza.

Luego, luego sacó una pistola, y me la puso aquí, en las costillas. Se me bajo lo drogada. No manito, no me mates, le dije.

Te voy a hacer lo que yo quiera, te lo voy a hacer por todos lados, me dijo. No y que le agrega, además me vas a dar el dinero que traes. No pus, yo ya había trabajado un par de ratos, pero necesitaba pajar el hotel para mis hijos y darles de comer, y que me pongo vergas.

¿Cómo le hago? Me dije. Y sin pensar que abro la puerta y que me aviento. No, luego luego que comienzan las compañeras a gritar, ¡ya la mato! ¡Ya la mato!

No pus, que ruedo y por un momento me quede ahí tirada, yo también pensé que me había muerto. No, porque además tiro bala. Cuando me avente que tira un balazo y pues como sentí todo mi cuerpo caliente pensé que me había dado. Pero no, nomás fue el susto.

Y que todas la compañeras que se ponen verga, más que yo.

Ríe infantilmente como cuando sabemos que nos cachan en un error.

Que me levanto. Y hay voy, con mis rodillas raspadas y las piernas, yo usaba, en aquel entonces, pus chamaca, faldita. Es que tenía buena pierna. Me veía yo y me decían los clientes y mis amigas y algunas compañeras. Y las piernas también todas rapadas. Y hay voy cojeando. En aquel entonces, todas o muchas de nosotras teníamos a nuestros novios taxistas. Y que les empiezan a llamar.

No, y fue la China con su novio los que encontraron al cabrón. Verdad manita.

La China, además de sonreír y mover delicadamente la cabeza para asentar, se sentó un poco más derecha y saco el pecho. Y entonces intervino.

-Sí. Ya varias estábamos dando vueltas, lo teníamos que encontrar. ¡Pinche cabrón! Pues quien se creía. Y que lo veo. Es ese el cabrón. Síguelo, le dije a mi chofer, bueno mi novio de ese momento. Lo alcanzamos y que si era él. Ya te cargo la verga, pensé. No lo dejes ir, ahorita paramos a la patrilla. Dos cuadras adelante estaba una de patrulla y los conocía. ¡Orale, dejen de hacerse pendejos¡ Le acaban de disparar a la Suspiros, que les dijo. Y que sí me hacen caso.

-Yo también tenía mi noviecillo y el desmadre ya se había hecho grande. Y que por el radio que nos avisan que ya estaban detrás del cabrón. Y llegamos a donde estaba la China y ya entre los tres, ella, yo y la patrulla, que le cerramos el pasó.

No, hubieras visto a la China. Ahí donde la vez, que parece que no rompe un plato, bajo a es güey del coche. A puro putazo. Así, con el puño cerrado. Yo nunca la había visto darse en la madre con nadie, pero ese día, no que me quedo bien sorprendida.

Los policías ni decían nada. Así que pus yo también me acerque y le pusimos una zapatería bien puesta. Ya cuando nos cansamos que lo suben a la patrilla.

Nos fuimos a la delegación, a levantar el acta. Por eso quiero mucho a la China, ese día se quedó conmigo hasta que nos tomaron la declaración y ella fue una de mis testigos. No se le arrugo. Ni cuando llegaron los papas del chamaco. Me querían comprar. Sí. Me querían dar dinero para que retirara la denuncia.

Me deban buena lana. Quien sabe quiénes eran. Y yo les dije, no pus su dinero no ha servido para criar bien a su hijo, me quiso violar, robar y matar. ¿Creen que su dinero es la salida?, ya veo porque su hijo es así. No voy a quitar la demanda señores, les dije. Y la china que aprieta más fuerte mi mano. Yo sentí su apoyo. Y es que en aquel entonces éramos bien unidas. Yo creo que los papás de ese hijo de la chingada se arreglaron con los del MP (Ministerio Público), porque nunca me llamaron a ratificar mi denuncia.

Ellas terminaron tomadas de la mano como aquella noche. Vi cómo se apretaban los dedos la una a la otra con gesto melancólico. Creó que se alegraban de haber salido a delante de esta y de muchas otras experiencias.

Para terminar la Suspiros miro a la China y le dijo, ¡Ay que seguirle mamita, ya que tener derechos pa’ defendernos! Aunque este cabrón, hay que defender nuestro trabajo para que muchas otras compañeras no pasen por lo mismo.

La china ruborizada por la anécdota seguía sonriendo y asintiendo con la cabeza.

Después del paso de una corte de ángeles, cada una tomo su camino despidiéndose afectuosamente.
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Si se preguntan, ¿por qué no se acaba la trata de personas?, yo me pregunto, ¿por qué, si había dos narraciones en declaraciones de victimas de trata en contra de Joan Sebastián, no se hizo el seguimiento que corresponde?

En fin… ¿Vamos?

PD.

El Trabajo sexual no es trata de personas.

El Condón no es una prueba jurídica de trata de personas, es un utensilio de salud.