Elecciones en Colombia

Imagen tomada del intenet

Elecciones en Colombia:

Por Jaime Montejo

- Votos para Duque:

Hay quienes votaron por Duque del partido Centro Democrático, porque se creyeron todas las mentiras publicadas por RCN, Caracol, El País y El Espectador entre otros medios informativos, que sirven a los intereses económicos de Luis Carlos Sarmiento Angulo, Alejandro Santo Domingo, Jaime Gilinski y Carlos Ardila Lülle.

Mentiras repetidas sin cesar en misas y otros servicios religiosos católicos, protestantes y cristianos, como si se tratara de verdades emanadas del costado de Jesús de Nazareth.

Otras personas votaron por Duque porque lo que desean es extirpar a los grupos guerrilleros y a los desmovilizados de las FARC y no un proceso de paz, por odio, por fervor religioso, confusión o analfabetismo electoral.

Votaron por Duque quienes ven en riesgo “la tradición, la familia y propiedad privada”, así no tengan una sola enramada a su nombre, ya que se sienten parte de la gran burguesía colombiana, sin tener condominios para vivir de sus rentas, sin tener negocios que coticen en la bolsa de valores, sin realizar negocios multimillonarios de agro-exportación, sin tener cientos o miles de cabezas de ganado, sin poseer una sola finca a su nombre, sin tener cientos o miles de trabajadores en sus pírricas empresas familiares, sin tener apellidos de alcurnia; defendiendo solamente lo que pudiera ser suyo tan sólo en sueños de guayabo dominical, con unos deseos inmensos de pertenecer al selecto grupo de los hombres más ricos de Colombia.

Sueños de aguardiente traducidos en votos, que la noche de los tiempos se llevó a las aguas negras de las ciudades donde viven.

Hubo quien votó por Duque para limitar o impedir el ejercicio de derechos de quienes se identifican con el universo LGBTTTI. Votaron por Duque quienes ven como amenaza la legalización del aborto, también quienes ven como inmoral el reconocimiento del derecho de cambio de identidad sexo genérico, quienes ven como un atentado contra la familia, el reconocimiento de derechos laborales a trabajadoras sexuales y en fin, los enemigos de los derechos sexuales y derechos reproductivos; que dicho sea de paso han invertido en zonas donde se ejerce el comercio sexual sin certeza ni seguridad jurídica, que es donde más dividendos deja dicha profesión para quienes administran los negocios de la industria sexual.

Hubo quién votó por Duque porque vendió su voto por unos tamales, camisetas, cervezas o tragos de ron.

También votaron por Duque, quienes ven sus intereses económicos en riesgo, ante un combate efectivo contra la corrupción enraizada en lo más profundo y superficial a la vez, del Estado colombiano.

También votaron por Duque sectores LGBTTTI, por diferentes razones.

Votaron por Duque, familiares de desaparecidos y asesinados por la FARC o adjudicados a ese u otros grupos guerrilleros.

Hubo quienes votaron por Duque porque la guerra es un gran negocio y no están dispuestos a renunciar a ella. Porque la política de tierra arrasada deja mucho dinero. Porque la acumulación originaria a través de matanzas, desapariciones, violaciones tumultuarias de mujeres y niñas, trata de personas con fines contra insurgentes, deja mucho más dinero que el de algunas empresas que cotizan en la bolsa de Nueva York.

Hubo quienes votaron por Duque porque deja más intereses, vender concesiones del agua de nuestros ríos a empresas extranjeras, porque la minería a cielo abierto, es negocio si antes de la inversión se despoja a pueblos originarios ejecutando a unos cuántos que se opongan o arrasando a tiros con toda la comunidad, para poder contaminar su territorio sin oposición alguna.

Votaron por Duque o aplauden su candidatura, algunos políticos de carrera que toda su vida han vivido en la clandestinidad, que piensan que exacerbando la violencia en Colombia, es probable que la guerra popular prolongada permita la toma del poder por la vía armada.

Se invirtieron millones de pesos colombianos y probablemente millones de dólares de empresas norteamericanas y del mismo gobierno estadounidense para ganar estas elecciones y obtener el nada despreciable 54% de votos contabilizados.

Se invirtieron miles de horas en radio, televisión y prensa escrita a favor de Duque, miles de horas en púlpitos y predicaciones de la cristiandad más conservadora del país, defensoras de un status quo que les permite seguir avante con sus grandes negocios de la industria de la Fe.

Finalmente, votaron por Duque, personas de buena voluntad, que piensan que es posible construir un futuro libre de premisas comunistas.

- Votos para Petro:

Hubo quienes votaron por Petro del Partido “la Colombia Humana”, como quienes integran la Organización Nacional Indígena de Colombia, ONIC, por una Colombia libre de los señores de la guerra. Léase, libre de guerrilla, paramilitares, así como libre de fuerzas armadas y policías criminales, que masacran a su gente por defender su cultura, territorio y buen vivir.

Hubo quienes votaron por Petro para garantizar según pensaron, un futuro donde se pudiera construir la paz sin sepulcros de por medio.

Hubo quienes votaron por Petro, porque pensaron que era posible tomar el poder por la vía electoral y promover algunas reformas que beneficiaran al pueblo colombiano.

Algunas feministas votaron y promovieron el voto por Petro, porque pensaron que era la mejor opción para hacer realidad muchos derechos sexuales y derechos reproductivos en Colombia.

Algunas trabajadoras sexuales votaron por Petro, por cómo el entonces alcalde de Bogotá las trató con respeto.

También hubo quienes promovieron el voto por Petro, porque piensan que ya es momento que la revolución electoral les haga justicia y puedan cobrarse los réditos que militares y ultraderecha Colombia les han negado a través de las últimas décadas.

Hubo quien votó por Petro, con la intención de simular transformaciones profundas imposibles en el marco económico de globalización capitalista, al estilo del comandante Ortega de la Nicaragua más rapaz que en los tiempos de Somoza.

Votaron por Petro, teólogos de la liberación y teólogas feministas, que aspiran a canonjías y subsidios para sus negocios filantrópicos.

Hubo quienes votaron por Petro, porque pensaron que su triunfo abriría la oportunidad de nuevos negocios con sectores del capital internacional, vilipendiado por la clase política colombiana, tradicional y de derechas.

Hubo quienes votaron por Petro, porque vieron la oportunidad de limitar el poder de la oligarquía “liberal – conservadora” de la que hablaba Gaitán.

Votaron por Petro, quienes piensan que seguir el rumbo de quienes votaron por él, les permitirá seguir inmersos en su zona de confort.

Votaron por Petro, políticos de carrera que saben que la opresión se puede volver a fundar sobre las piedras del antiguo régimen, que no va a sucumbir ni siquiera bajo esquemas de capitalismo de Estado tipo URSS.

Votaron por Petro, personas de buena voluntad, que piensan que es posible construir un mundo del tamaño de sus sueños.

Votaron por Petro, 41.8% de votantes sin el apoyo de los hombres más ricos del país ni de ningún imperio viviente, un hecho inédito en la historia colombiana donde la segunda fuerza política pasó a ser una iniciativa de izquierda parlamentaria.

- Voto en blanco:

Hubo quienes promovieron el voto en blanco, para atajar la llegada de Petro al más alto poder político colombiano.

Hubo quienes votaron en blanco porque pensaron que de esa forma expresan según ellas y ellos, que ninguna de las opciones es adecuada para el país.

Hay quienes votaron en blanco, por desprecio a las dos candidaturas de la segunda vuelta.

Hubo quienes votaron en blanco porque siguen una moda “ciudadana” que no acaban de entender pero que les da estatus entre sus iguales.

- Abstencionismo:

El abstencionismo fue del 46.62% en la primera vuelta, a diferencia de la primera vuelta de 2014 que fue del 60.7%; esto es, una reducción del 14%. En la segunda vuelta, el abstencionismo fue del 47.02%, que disminuyó 5% en relación a la segunda vuelta de las elecciones de 2014.

Mucha gente no votó por desidia o por falta de claridad política. Resulta que a muchos colombianos y colombianas, les vale madres el futuro del país, mientras tengan garantizado su modus vivendi.

Hubo quienes no votaron porque consideran que en Colombia hay una dictadura perfecta que va a impedir por los siglos de los siglos que la izquierda o cualquier (¿?) político "decente (...)", así sean muy parlamentarios y sólo progresistas y legalistas, lleguen al poder, a través de la vía electoral o de la lucha armada.

Hubo quienes no votaron porque consideran que es estúpido derribar una tiranía para iniciar otra nueva; o en palabras de Flores Magón: “Es estúpido derribar a un tirano para encumbrar a un hombre bueno, pues el hombre deja de ser bueno desde el momento en que aspira a gobernar a sus semejantes.”

- Otras opciones:

Hubo quienes hayan votado o no en las pasadas elecciones, siguen construyendo un mundo donde caben muchos mundos, una Colombia libre de asesinatos políticos, libre de represión hacia luchadores y luchadoras populares, libre de ideologías o utopías que exigen morir por el sueño o matar para vivir en una eterna pesadilla.

Hay quienes, hombres y mujeres, siguen relacionándose con las personas de su alrededor, familiares, amigos, vecinos o desconocidos, con la naturaleza, con la espiritualidad, con la sexualidad o con cualquier otra cosa o concepto, sin que el sentido de propiedad, sea el que prevalezca o califique el tipo de vínculo que se tiene o desea tener.

Hay quienes siguen trabajando por un mundo libre de trata de personas, donde sea posible ejercer el trabajo sexual sin estigma ni discriminación.

Hay quienes siguen trabajando por un mundo libre de VIH, donde el acceso a tratamiento y condones, sea para toda la persona que lo necesite.

Un mundo donde se respete al planeta tierra, donde las mujeres que lo necesiten, puedan abortar sin ser condenadas a muerte o reclusión.

Un mundo donde no se restrinjan los derechos de los pueblos originarios. Donde ser LGBTTTI, no ponga en peligro tu honra, vida o libertad.

Una Colombia sin bases militares norteamericanas en su territorio; sin los señores de la guerra ni dueños del capital.

¿Elecciones?

Las y los colombianos, ¿elegimos? darle continuidad a una realidad que todos los días nos desangra, contamina el ambiente y hace negocio con nuestra vida y muerte, salud y enfermedad. Realidad en la que se hacen grandes negocios con nuestra sexualidad, mano de obra, sueños y religiosidad. Realidad en la que algunas personas quisieran hacer el negocio de su vida, así sea pisoteando a los demás.

Otra vez, elegimos seguir en las mismas, votando o no, a favor o no de cualquiera de los contrincantes.

Otra vez, algunas y algunos colombianos, eligieron seguir luchando de manera civil y pacífica por un mundo libre de violencia.

(continuará)