La mirada de Brigada Callejera sobre la trata de personas
Escrito por el antropólogo Jorge Alonso del CIESAS, Occidente, nov 25th, 2013 y archivado en Destacado.
http://crisolplural.com/2013/11/25/la-mirada-de-brigada-callejera-sobre-...
El colectivo autónomo denominado Brigada Callejera se presenta de la siguiente manera: “Somos una organización civil sin fines de lucro, apartidista y laica, integrada por trabajadoras sexuales y otras mujeres solidarias. Nos hemos especializado en la defensa de los derechos humanos, civiles y laborales de las trabajadoras sexuales, así como en la prevención del VIH/SIDA e Infecciones de Transmisión Sexual, por medio del mercadeo social de condones dirigido a grupos específicos de la población. Nuestra organización se rige por una asamblea general integrada en su mayoría por trabajadoras sexuales, que se han aglutinado desde 1997, bajo el nombre público de Red Mexicana de Trabajo Sexual. También cuenta con una mesa directiva (patronato) y un consejo externo formado por especialistas en salud, políticas públicas y periodismo. Nos conformamos como colectivo en 1995, contamos en la actualidad con patrimonio propio, implementamos un programa de trabajo de alto impacto comunitario, desarrollamos una estrategia sustentable de financiamiento al generar nuestros propios recursos y tenemos un grupo operativo profesionalizado a partir de la sistematización de nuestra experiencia de más de 15 años. Así mismo, tenemos dictámenes técnicos de nuestros programas de mercadeo social de condones masculinos y femeninos, emitidos por la OMS/OPS México en 1996 y 1999 respectivamente”. Brigada Callejera tiene una vida intensa, actúa en varias ciudades del país, y ha sido partidaria de las causas zapatistas. Recientemente la doctora Rocío Salcido realizó un profundo estudio en torno a este colectivo al que sintetizo en la siguiente frase: El trabajo a favor de la autonomía, elaboración de experiencia y afirmación anticapitalista.
Brigada Callejera planteó su posición acerca de la trata de personas en un libro colectivo titulado ABC de la trata de personas (México, Brigada de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez” A.C., 2013, 128, págs.). Este libro se presenta como un manual elaborado por un conjunto de autores con aportes de trabajadoras sexuales dirigido hacia otros sectores de la sociedad.
Se precisa que Brigada Callejera en 2013 se sumó a la RED-LAC de la Alianza Global contra la trata de mujeres en un esfuerzo por globalizar su resistencia contra esa práctica mercantil y contra todo tipo de explotación que deshumaniza a las “personas tratadas” y que además violenta a las trabajadoras sexuales en la respuesta gubernamental contra ese flagelo que se centra únicamente en la represión policial. Se resalta que la respuesta comunitaria que están dando las trabajadoras sexuales de Brigada ante la trata de personas forma parte de un programa nacional de lucha propuesto en 2006 y que fue pensado para 25 años. Se hace hincapié en que Brigada Callejera es una organización dedicada a la promoción de la salud que ha llegado a la conclusión de que no se puede romper con la cadena de transmisión del VIH-Sida y otras infecciones sexuales si persiste la discriminación hacia las trabajadoras sexuales.
El libro da cuenta de cómo se realizó esta investigación con métodos de observación participante que se desarrollan abajo y a la izquierda. Resalta que el libro es producto de la creación de especialistas en el tema por experiencias vividas en carne propia. Hubo lecturas, puesta en común de una pluralidad de experiencias, escritura, discusiones colectivas, reflexión sobre las voces de las y los sujetos que sobreviven honrosamente a esta explotación. Una fuente importante para la elaboración del libro fueron cincuenta diarios de campo redactados por trabajadoras sexuales. Se destaca la lucidez que se muestra en todo este proceso. El libro incluye indicaciones e información que pueden servir de herramienta de quienes buscan señalar ante otros grupos sociales la diferencia entre la trata de personas con fines de explotación sexual y el trabajo sexual elegido personalmente como una opción para ganarse la vida. Se enfatiza que no deben lincharse moralmente a las trabajadoras sexuales que han decidido libremente ese oficio para ganarse la vida. Además de distinguir entre la prostitución forzada y el trabajo sexual voluntario, también se llama a no meter todo en un mismo saco, por lo que recalcan la distinción entre la prostitución infantil y la adulta. Se hace ver que hay explotación sexual cuando alguien es forzado a ejercer el trabajo sexual. Se argumenta que trata de personas es obligar a una persona a mantener relaciones sexuales para que el que obliga obtenga beneficio económico, por medio de amenazas, deudas, rapto, abusa de autoridad, compra venta o enamoramiento. Se plantea que no todas las mujeres en el trabajo sexual son esclavas sexuales. Hay quienes libremente trabajan por su cuenta para mantener a sus hijos.
En el libro se resalta un elemento de autonomía, pues quienes forman parte de Brigada trabajan en el sexo a partir de su voluntad y no de las intenciones de tratantes, padrotes, funcionarios públicos y activistas. No se oponen al rescate de las verdaderas víctimas de la trata de personas, pero sí a que se finja la reparación del daño, a que la violencia contra las trabajadoras sexuales se considere como normal en los operativos policiacos y que se lucre con la idea de que se está rehabilitando a quienes trabajan en el sexo, cosa que no sucede.
El libro detecta que la trata de personas en sí misma es una forma de violencia. Pero también se critica que cuando hay operativos policiacos contra la trata y explotación sexual, las trabajadoras sexuales sean botín de guerra para los policías, que las maltraten, las extorsionen, las roben, las violen, y las obliguen a firmar declaraciones sin que sean leídas, y a acusar a otras compañeras. En esos operativos el gobierno viola las garantías de las trabajadoras sexuales y les da trato de delincuentes. Se suponía que en los operativos contra la trata de personas beneficiaría las trabajadoras sexuales porque se detendría a proxenetas, pero lo que están provocando es la pérdida de fuentes de trabajo y una brutal represión. En el desarrollo del libro plantea que la trata de personas es operada por grupos del crimen organizado que hacen que este delito se vuelva invisible. Se esclarecen las condiciones sociales que propician la trata y la explotación sexual, como la falta de empleos bien remunerados, la desigualdad y la extrema pobreza.
Brigada Callejera ha estado en contra de la prostitución infantil. Describe cómo no sólo hay engaños para lograrla, sino chantajes para mantenerla por medio de filmaciones que se convierten en amenazas. Brigada está en contra de quienes promueven la prostitución infantil, contra los que organizan la pornografía infantil, contra los que pagan por verla y contra los que no persiguen dicho delito, pues los menores de edad no tienen el suficiente desarrollo de su personalidad para situarse libremente en el trabajo sexual. Se examina cómo obligar a un menor o a un adulto a realizar un trabajo sexual contra su voluntad debería estar muy penado, no sólo en el ámbito de los sexual, sino también en el trabajo agrícola, en el de las costureras, en el servicio doméstico, etc.
Se aclara como que en el trabajo sexual no hay violación siempre y cuando exista un acuerdo con el cliente y un pago. Sí la hay cuando la relación sexual no es voluntaria, no hay un pago o no se respeta el acuerdo establecido. Las trabajadoras sexuales de Brigada están en contra de la explotación sexual promovida desde el gobierno que reproduce la trata de personas, la cual es diferente al trabajo sexual elegido como una opción de vida. Plantean que utilizar los condones para fincar delitos en situaciones de trabajo sexual o para acusar a una persona de ejercer la prostitución va contra las políticas públicas encaminadas a la prevención del VIH-Sida y otras infecciones de transmisión sexual. Hacen ver que una ley que se encamine a castigar a los clientes sólo propiciaría el beneficio corrupto de la policía.
Están en contra de todo tipo de violencia. Se explican: hay violencia en abuso físico, sexual, económico en el seno de la industria sexual por falta de leyes que regulen las relaciones entre las trabajadoras sexuales y los dueños de los lugares donde laboran; también la hay en las violaciones y las agresiones de tipo sexual, el hostigamiento sexual, el comercio de mujeres contra su voluntad. Se presenta la violencia en la extorsión de que son objeto muchas trabajadoras sexuales para poder ejercer su oficio. Existe violencia cuando se aplica la prueba de detección del VIH-Sida en contra de su voluntad y sin respetar la confidencialidad de los resultados y el consentimiento informado. Hay extrema violencia en la prostitución infantil. Y hacer que las mujeres trabajen en el sexo contra su voluntad es terrible violencia.
El libro aborda muchas temáticas que tienen que ver con la vida cotidiana de quienes ejercen el trabajo sexual. Hay una discusión en torno a la prohibición de los anuncios sexuales, que lejos de eliminar el problema de la explotación sexual por parte de terceros, resta capacidad a los sujetos que ejercen el sexo libremente para hacerlo con independencia, y los llega a orillar a que busquen la protección de proxenetas, y a que caigan en las redes de corrupción de las autoridades para continuar trabajando. Se resalta que obligar a la clandestinidad favorece la explotación por proxenetas, la extorsión por parte de autoridades policiacas y sanitarias, y la exposición al VIH y otras infecciones de transmisión sexual al dificultar el acceso a los servicios de salud. En cambio, la regularización del trabajo sexual sería una medida para favorecer la salud pública.
Otro reclamo es que a quienes optan libremente por el trabajo sexual se les presente como víctimas y se les quite el derecho a hablar y decidir sobre su cuerpo y actividad. Se llama la atención de que una forma de ejercer la violencia contra las trabajadoras sexuales es dejarlas de nombrar y considera a todos los que se involucran en el trabajo sexual como víctimas de la trata de personas. Se exige que no se les invisibilice al reducirlas como víctimas incapaces de tomar decisiones y forjarse un futuro digno.
Las trabajadoras sexuales demandan que el gobierno reconozca su oficio como un trabajo digno y reivindican su derecho a disfrutar de las prestaciones que el derecho laboral establece para otros oficios; quieren pensión, aguinaldo, vivienda, y seguro social. Se trata el tema de que la falta de legislación laboral favorece que el contexto social en el que se lleva a cabo el trabajo sexual sea invadido por la delincuencia.
Entre las temáticas exploradas se encuentra cómo se usa la maternidad de las trabajadoras sexuales como un mecanismo de control por parte de los tratantes, de los explotadores sexuales y de las autoridades corruptas para tenerlas sometidas. Es abordado el ciber acoso sexual, las diversas modalidades cómo los explotadores sexuales se hacen del control de mucha gente. No podía estar ausente la problemática de la intromisión del narcotráfico en la explotación sexual. Brigada advierte que las trabajadoras sexuales que se involucran con los narcos están firmando una sentencia de muerte.
Se examina la vía de que quienes ejercen el trabajo sexual pueden organizarse en torno a cooperativas para librarse de los proxenetas. También se examinan pistas para que quienes ejercen el trabajo sexual eleven su seguridad sobre ellos y ellas mismas participando en todos los aspectos de la sociedad y de manera especial en la respuesta hacia la trata de personas con fines de explotación sexual. Un tema importante es el cuidado ante el VIH-Sida.
Las trabajadoras sexuales de brigada tienen en la mira la construcción de una sociedad más justa y democrática donde las mujeres no sean vistas como un objeto comercial. Participan en la respuesta nacional contra el VIH-Sida y la trata de personas. Saben que no sólo necesitan satisfacer necesidades inmediatas sino las demandas de las trabajadoras sexuales para que las instituciones sociales y sus mecanismos de control que discriminan a las mujeres sean transformados y faciliten condiciones efectivas para una equidad de los géneros. Exigen que se trate el trabajo sexual desde instancias gubernamentales y sociales en toda su complejidad, pues la demanda de personas que trabajen en el sexo o la cantidad de clientes que solicitan que las trabajadoras sexuales se ocupen de ellos se encuentran situadas en las condiciones de vida de la sociedad actual donde predomina la explotación, la dominación, la exclusión, el despojo, el convertir todo en mercancía. Critican que la sociedad, de hecho, asigne a unas mujeres el papel de esposas-madres y a otras el trabajo sexual. Las trabajadoras sexuales de Brigada saben que la sociedad mexicana necesita condiciones diferentes a las que actualmente se promueven por la economía mundial, que dinamizan el consumo de muchas cosas que ni siquiera son necesarias. Recalcan como equivocada una solución de persecución que sólo va a provocar que el trabajo sexual sea más clandestino y más rentable para quienes manipulan las leyes de la oferta y la demanda. No obstante, las trabajadoras sexuales de Brigada insisten en que se debe castigar a quienes promueven la prostitución infantil y el trabajo sexual forzado.
El libro comparte estadísticas, profundizaciones sociales, legales y éticas. Se trata la homofobia y sus implicaciones. Ofrece dos bellos poemas de trabajadoras sexuales, y dibujos que ilustran las reflexiones. El libro está construido a partir de las amplias experiencias de las trabajadoras sexuales, por lo cual se va avanzando en una espiral. Lo que pudiera parecer temas repetidos van propiciando nuevas perspectivas y descubriendo otras realidades. Las trabajadoras sexuales autónomas se sitúan abajo y a la izquierda y muestran cómo esta mirada coloca en una dinámica heurística que obliga a salirse de posturas simplificadoras. Por una parte está ese trabajo sexual autónomo abajo, y por otro existe la prostitución del arriba donde el comercio sexual implica el abastecimiento de cuerpos para satisfacer al mercado creciente de consumidores de sexo. En ese arriba se encuentran las redes de tráfico de menores, la trata de mujeres y hombres, la pornografía ilícita y forzada, la explotación infantil y la pederastia. Para ese arriba las trabajadoras sexuales no son sino un cuerpo para vender, y no se proveen las condiciones básicas de seguridad, salud, bienestar. En ese arriba el poder del dinero las despoja de su trabajo y sus calles, explota sus cuerpos, desprecia su existencia y reprime a las que no se callan y someten. En ese arriba hay violación de derechos humanos al promoverse un sistema discriminatorio donde se impulsa la servidumbre sexual, la corrupción, la desintegración física y moral. En el abajo se escucharon muchas voces que exigen que el trabajo sexual sea aceptado como un trabajo legítimo y un medio válido de ingreso para ese conjunto de mujeres, hombres, transgénero y cada quien su modo que han optado libremente por ejercer el trabajo sexual, donde hay acuerdos, negociaciones en condiciones de igualdad y trato justo. Un libro de esta naturaleza permite apreciar desde otra perspectiva ese mundo complejo del trabajo sexual, y aprender cómo desde ese trabajo hay quienes están luchando por la construcción de otro mundo con justicia, democracia y libertad.
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