Propuesta de Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer, “Elisa Martínez” para la audiencia pública sobre trabajo sexual y no discriminación de la VII Asamblea Legislativa del DF

Propuesta de Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer, “Elisa Martínez” para la audiencia pública sobre trabajo sexual y no discriminación de la VII Asamblea Legislativa del DF

Por Elvira Madrid Romero, Jaime Montejo y Rosa Icela Madrid de la Agencia de Noticias Independiente Noti-Calle, 10 de noviembre de 2016.-

En los años ochentas, Francisco Gómezjara propuso a la Asamblea de Representantes del Distrito Federal, reconocer plenamente el trabajo sexual como una profesión manual, más de las ya existentes. Ahora lo podemos discutir gracias a la Sentencia 112/2013 del Poder Judicial de la Federación, pésele a quien le pese.

Sostenía que “(a)sí como el sistema prostituye la vida, (vuelve cínica mercancía las relaciones cotidianas, científicas, políticas, sexuales, productivas), la prostitución lo rebasa y reivindica el amor, la aventura, la espontaneidad y lo sorpresivo. Empuja al hombre [y la mujer] contemporáneo[s] a reivindicar de una vez por todas, al placer no manipulado.” Francisco Gómezjara

Comenta que “la idea de que la prostitución es mala, sólo puede decirse con vergüenza” (12); y formula que “la maldad humana, es a fin de cuentas, la organización social construida por los hombres (y mujeres) en un momento determinado” (12).

Insiste en el hecho de que la lucha por despenalizar la prostitución desde su particular enfoque anticapitalista, no busca institucionalizar dicha práctica social (29); sino que forma parte de una estrategia más amplia que busca abolir la represión sexual en nuestra sociedad y que plantea “luchar por la libertad de elección sexual sin tutelas estatales – eclesiales – empresariales” (222).

Por un lado, quienes trabajan en el sexo deben a su juicio “movilizarse para ejercer su propio derecho” (10) y por otro; “sacar a la prostitución de la semiclandestinidad explotadora a los sectores de las prostitutas(os), no es sólo una acción de legítima defensa de la sociedad civil y otros sectores, sino que en la hora presente vendría a oxigenar la enrarecida atmósfera que la crisis impregna al país entero.” (10)

Gómezjara nos dice que “reconocer la profesión de la sexualidad… no es un problema de legislación, ni de autocontrol personal, es un aspecto de recuperación de la vida comunitaria autónoma, autogestionada, solidaria e instituyente”. (213) Por ello habló de reconocer pequeñas y grandes empresas comercializadoras de sexo, así como sindicatos y cooperativas (222), como ocurre en cualquier sector empresarial.

Indicó que apostarle a la despenalización de la prostitución, implica cuestionar a la institución social de la que es un soporte histórico, esto es, el matrimonio monogámico heterosexual; ya que la primera “funciona como complemento y punto de apoyo de la familia monogámica, quien reprime y deforma la actividad sexual y la relación entre otros individuos, como columna vertebral que es de la sociedad clasista – autoritaria actual”. (39) “Si la prostitución apuntala a la familia, ésta, sostiene al sistema social” (203).

Considera, al igual que muchas feministas y activistas pro derechos humanos, que “la mujer está reducida a la servidumbre sexual del marido actual o futuro” (72) y que “la erección de la familia monogámica se realiza a costa de la enajenación de la mujer, de su reducción a cumplir funciones sexuales complementarias: servidumbre hogareña, secretaria, objeto de lujo y exhibición del hombre.” (63)

Por otro lado comenta que la servidumbre sexual de muchas esposas, también es compartida por muchas trabajadoras sexuales que siguen viviendo en condiciones como las planteadas por las Poquianchis, donde la esclavitud, la servidumbre, los crímenes de odio y la desaparición de mujeres de diferentes edades, forman parte del acontecer cotidiano.

Gómezjara, denuncia que la legislación penal, en el caso de delitos como el lenocinio que dicho sea de paso penaliza cualquier intento de organización mercantil de la prostitución, sin tomar en cuenta el consentimiento de las trabajadoras sexuales, es una apuesta “típicamente abolicionista” (59), “se convierte en fórmulas moralistas, orientadas a reforzar los valores represivos sobre la familia, el sexo y las relaciones sociales”.

A partir de estas “redadas de abastecimiento de indeseables, se erige el sistema carcelario, cuya función principal es fabricar delincuentes” (59), como lo atestiguan expedientes judiciales de trata de personas a los que hemos tenido acceso de casos presentados en Hidalgo, Ciudad de México, Jalisco y Chiapas de procuradurías estatales y de la PGR.

Nos llama a “buscar el papel de la prostitución dentro de una sociedad injusta e irracionalmente constituida y evidenciar cómo aquélla se desarrolla como un motor más de la organización y la crisis social existente… desde una perspectiva clasista, histórica e inmersa en el todo social”. (12)

Plantea que el trabajo sexual “sirve de medio de vida” (212). “Preserva a la mujer de gran potencial reproductor para las guerra, fábricas, colonización” (203); y por otro lado “mantiene la imagen de mujer fiel y monogámica sin relaciones sexuales pre ni extra-matrimoniales” (213) y es un espacio de “inicio sexual”. (213)

Concluye que “si bien la mercantilización del sexo se ha propiciado, éste desborda éstos límites y se escapa de las manos del Estado”, lo cual le da un carácter de peligrosidad social y de inminente fuente subversiva. (210)

Para Gómezjara, “la prostitución… tal vez también (sea) plataforma para el relanzamiento dionisiaco (sensual y placentero), anárquico y caótico de la plenitud y la libertad. Donde la única ley social, sentido histórico y revelación divina, sea que cada quien viva su vida.” (212).

A partir de estos planteamientos, proponemos las siguientes medias que garanticen la no discriminación de las y los trabajadores sexuales en la CDMX:

1.-) Que la Jefatura de Gobierno de la ciudad de México publique unos lineamientos en la gaceta oficial donde vincule a las y los trabajadores no asalariados con el Reglamento de Trabajadores no Asalariados del Distrito Federal.

2.-) Que se suprima el delito de lenocinio del Código Penal de la CDMX, que penaliza el derecho a la organización del trabajo sexual no asalariado.

3.-) Reformar la Ley de fomento Cooperativo para el Distrito federal para garantizar la no penalización de las trabajadoras sexuales no asalariadas en la CDMX.

4.-) Que la Procuraduría capitalina y la PGR publiquen un acuerdo en la Gaceta Oficial de la CDMX para evitar utilizar condones nuevos o usados para fincar lenocinio, trata de personas o delincuencia organizada.

5.-) Evitar instalar zonas de tolerancia, puntos tolerados, perímetros autorizados o zonas económicas, que funcionan como campos de concentración de trabajadoras y trabajadores sexuales en la CDMX.

6.-) Evitar caer en la tentación de proponer el control sanitario del trabajo sexual por su carácter discriminatorio.