Putas, activistas y periodistas, Manuel Arellano

Portada del libro Putas, activistas y periodistas

Putas, activistas y periodistas

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NOV 15, 2018, Luis Manuel Arellano, Blog El Lado oscuro, Excélsior

¿Qué pasa cuando una trabajadora sexual se convierte en periodista? Lo más seguro es que se apropie de la voz y de la palabra escrita. Es decir, que se descubra a sí misma.

Lo anterior supone un principio emancipador radical que le permitirá reconocerse en su integridad y construir un discurso de autonomía frente a la opinión pública que se niega a reconocer el contexto pero también los matices y el sentido histórico del llamado “oficio más viejo del mundo”.

Enfrentar al conservadurismo y sus estigmas con el mayor número de herramientas disponibles, incluido el periodismo, es una de las actividades impulsadas desde la organización de base comunitaria Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez”, creada en 1995 con el propósito de reivindicar el trabajo sexual en el corazón de la Ciudad de México. Uno de sus mayores triunfos es la resolución del Juzgado Primero de Distrito en Materia Administrativa en el Distrito Federal que, el 31 de enero del 2014, reconoció al trabajo sexual como actividad no asalariada.

Sin embargo, ese apuntalamiento jurídico estás ausente de la cobertura periodística. La mayor parte de reporteros, fotógrafos, camarógrafos, así como jefes de información y presentadores de noticias se empeñan en proyectar el trabajo sexual con abordajes moralizantes y estigmatizadores. Tomar desde un carro en marcha imágenes de mujeres en espera de un cliente o robarles fotografías no solo revela falta de ética; debería configurar un delito en cuanto al manejo de datos privados en posesión de particulares.

La irrupción periodística es mayor, empero, cuando se afirma que todas las mujeres trabajan de manera obligada y no se distingue la decisión de quien elige hacerlo con el cuerpo sexuado frente al delito de trata, dos cosas diametralmente diferentes. Pero tampoco cuando la explotación policíaca, la violencia o los homicidios de trabajadoras sexuales son abordados desde el morbo y el amarillismo.

No es el “color” lo que debería solicitarse en una jefatura de información frente al trabajo sexual sino su comprensión en un contexto complejo en el que la voz de las trabajadoras resulta indispensable porque también son madres de familia y sostén de miles de hogares.

Hace unas semanas se dio a conocer la edición de un singular libro que contiene 16 historias de vida contadas por trabajadoras sexuales, algunas de ellas transgénero, entrevistadas por 5 de sus compañeras. El material es producto de un singular taller de redacción periodística ofrecido por la organización Desinformémonos a varias integrantes de la Brigada Callejera.

Bajo la coordinación de la periodista Gloria Muñoz Ramírez, durante ocho años un pequeño grupo recibió capacitación para conocer cómo podían contar su vida y mejorar su lugar dentro de la opinión pública más allá de la nota roja y del periodismo irresponsable.

La coincidencia programática entre las organizaciones convocantes a este taller permitió visualizar con precisión el “para qué” de esta capacitación. Muñoz Ramírez lo relata: el trabajo se perfiló desde el principio en “la prevención de la trata de personas, de la explotación, de las enfermedades de transmisión sexual, de la violencia institucional, familiar y laboral. Defensa de las fuentes de trabajo, de la salud y de todos nuestros derechos. Luchar contra la discriminación, las mentiras mediáticas, la falsa moral, la misoginia y la homofobia”.

Los 16 testimonios relatados en el libro son duros, pero al mismo tiempo resultan liberadores. Y es que al hablar sin restricciones para compartir lo personal tanto las entrevistadas como las emergentes periodistas dan otro paso en esa lucha permanente de sobrevivencia.

No fue fácil que estas mujeres aprendieran a escribir sobre ellas mismas. No puede ser sencillo cuando la misma lengua emparentado su trabajo con adjetivos que dificultan una aproximación no prejuiciada. Los diccionarios de sinónimos asocian prostitución con corrupción, putrefacción, envilecimiento, degeneración, depravación y deterioro, entre muchas palabras más que dificultan un abordaje libre de prejuicios.

Pero ahí van estas guerreras que reivindican su existencia como putas, activistas y ahora periodistas.

Referencia

Muñoz Ramírez, Gloria/Avendaño, David (Krizna). “Putas, activistas y periodistas”. Editado por Brigada Callejera y Desinformémonos Ediciones, 2018, México.
@LuisManuelArell