Trata, Explotación Sexual, Prostitución y Derechos Humanos

Imagen tomada del internet

Trata, Explotación Sexual, Prostitución y Derechos Humanos
http://www.forojuridico.org.mx/trata-explotacion-sexual-prostitucion-der...

Foro Jurídico 2 noviembre, 2016

Dra. Patricia Olamendi Torres
Doctora en Derecho. Integrante del grupo de trabajo del Consejo de Derechos
Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)

Ella tenía 14 años cuando quedó embarazada, sus padres la recriminaron y en su entorno familiar y social no encontró apoyo. Un tío llegó a su casa y le propuso que conociera a su amigo, a los pocos días de haber nacido su bebé, llegaron a visitarla su tío y el amigo, éste le propuso matrimonio y la familia lo agradeció, unos días después se trasladaron a Tlaxcala, su hijo fue entregado a la mamá del marido y ella fue llevada a un lugar en donde más de 20 hombres la violaron, trató de huir y sufrió violencia. La mandaron a Tijuana en donde intentó nuevamente escapar, durante su estancia presenció violencia extrema e incluso homicidios; finalmente con apoyo de una organización de mujeres, pudo salir de ese infierno, tenía 15 años y logró denunciar, dio nombres y datos de los lugares, de nada sirvió, su denuncia fue guardada en un cajón. Tiempo después, cuando hice la investigación de trata su caso me fue entregado junto con otras 53 llamadas “actas circunstanciadas” con testimonios similares, nunca supe si estaba viva o muerta, la información que dio seguramente fue a parar a manos de los tratantes beneficiados de esta red de complicidad y corrupción que impera en el país.

En otra investigación se ofrecían a las mujeres trabajar en spas para dar masajes, las víctimas eran también adolescentes con un bebé y con poca instrucción que finalmente eran vendidas a sus clientes y en los operativos policiacos siempre eran detenidas como probables responsables de un delito. De las 2 investigaciones que hice en México de denuncias de víctimas de trata y las que hice en Centroamérica, siempre encontré el mismo modus operandi de los tratantes, seducción, engaño con falsas promesas para unas, compra o secuestro para otras, violencia y más violencia, incluido el asesinato para todas. Características similares en las víctimas, mujeres y niñas en condiciones precarias, o que fueron expulsadas de sus hogares o salieron de ellos por haber sido violentadas o porque piensan que su futuro puede mejorar si aceptan ese supuesto empleo; en otros casos, algunas aprender a sobrevivir en ese mundo.

Los tratantes han construido una red de complicidades en la sociedad y en los aparatos gubernamentales, no solo en las áreas de justicia. Si una mujer es “problemática” la venden a otro grupo de tratantes o la mandan al extranjero. Incluso dentro de la política siempre encuentran defensores, en varias ocasiones he escuchado; “la prostitución siempre ha existido, hay prostitutas para todas las clases, pobres y ricos”, “ese negocio siempre va a existir”, “ellas también se benefician, ganan mucho para lo que hacen”. No deja de sorprenderme la ligereza con la que se expresan del tema, ni con la actitud con la cual siempre encuentran una forma de culpar a las mujeres.

Existe en la sociedad una confusión grave entre trata de personas, prostitución forzada y prostitución. En el mejor de los casos hay quienes dicen oponerse a tajantemente al primero, pero en cuanto al segundo les parece aceptable incluso como profesión. Lo lamentable de todo es que la situación no cambiará tan rápidamente como quisiéramos, mientras no se avance en la igualdad real entre hombres y mujeres –lo que llamamos igualdad sustantiva– y mientras el papel de las mujeres en la sociedad no sea valorado y dignificado. Como la humanidad siempre ha vivido con ello, no resulta fácil construir una conciencia social que rechace estás formas de violencia contra las mujeres, a pesar de esfuerzos legislativos en el ámbito internacional y leyes nacionales. Además de campañas internacionales y nacionales que dan cuenta de la magnitud y atrocidad que significa la esclavitud que genera la trata y explotación sexual de mujeres y niñas.

Por otra parte, en nuestras sociedades no hemos logrado cambiar la visión sobre el significado de la prostitución y cómo ello mantiene o contribuye a la desigualdad y subordinación de las mujeres. En México el debate es reciente y necesario; hemos tenido 2 leyes, una federal y la vigente General contra la trata; además, durante los últimos 13 años se han cambiado varias veces los 33 códigos penales en el país. La prostitución es una forma de violencia contra las mujeres y una violación de la dignidad humana, es una forma extrema de discriminación que impide su desarrollo. Así lo han consignado diversos tratados de Derechos Humanos y más reciente de los convenios que protegen a las mujeres, la cedaw y la Convención de Belém do Pará con los que los países se han comprometido.

Según un informe de 2012, realizado por la Fundación Scelles, este fenómeno tiene una dimensión mundial que implica a entre 40 y 42 millones de personas, el 90% de las cuales depende de un proxeneta, si eso no es explotación sexual, ¿entonces cómo llamarla? En México, según el Censo de Población y Vivienda de 2010, el inegi contó a 57 millones 481 mil 307 mujeres, de ahí, la población total de “trabajadoras sexuales” –como las llama un organismo gubernamental– destaca el informe, “independientemente de su condición laboral de libertad, esclavitud sexual o servidumbre, infantil o adulta,” sería de entre 143 mil 703 (0.25%) y 862 mil 219 mujeres (1.5%) para ese año. La realidad no la sabemos y menos después de esa clasificación.

Lo que si podemos afirmar, es que la prostitución y la explotación sexual tienen un componente de género, es decir, están arraigadas en costumbres, prejuicios y creencias sobre el papel de inferioridad que las mujeres hemos tenido en la sociedad, y sobre la idea de que debe existir un mercado para satisfacer las necesidades sexuales de los hombres. Tristemente ha sido socialmente aceptado que las mujeres y las niñas, “voluntariamente” u obligadas, vendan sus cuerpos a hombres que pagan por el servicio. Contra esa complicidad social es que tenemos que luchar. En los debates sobre la legalización de la prostitución se han presentado 2 posturas, sobre todo en Europa a partir de diversas reformas jurídicas. La primera la considera como una violación de los derechos de las mujeres y un medio para perpetuar la desigualdad y los estereotipos de género.

trata1El enfoque legislativo que le acompaña, entre otros, es penalizar la compra de servicios sexuales, mientras que la prostitución es legal. La segunda sostiene que mejora la igualdad de género al respetar el derecho de la mujer a decidir sobre la venta o uso de su cuerpo. Se considera sólo como otra forma de trabajo y que la manera de protegerlas es mejorar sus “condiciones laborales” y profesionalizar el oficio como “trabajo sexual”. Por lo que la prostitución y las actividades relacionadas con ella, deben ser legales y y las mujeres serían libres de contratar gestores, también conocidos como proxenetas. Una crítica a esta postura, es que hacen de la prostitución y el proxenetismo actividades normales que puede caer en la legalización la explotación y esclavitud sexual.

Independiente de la postura que asúmanos, tenemos que reconocer que ambos problemas son formas de violencia reconocidas en la legislación internacional, ya que se perpetúa la idea de que el cuerpo de las mujeres y las niñas está en venta, y se consideran un obstáculo para la igualdad y autonomía de las mujeres. También tenemos que insistir en que la mayoría de los usuarios o clientes de servicios sexuales son hombres para quienes las mujeres seguimos siendo un objeto, al que se puede incluso violentar. El debate entonces, no únicamente se ubica en una visión que se dice progresista en contra de la conservadora. No, el debate es sobre los dh, sobre los derechos de las mujeres, los niños, las niñas, se enmarca en la responsabilidad que los Estados tienen en la tutela de los mismos y la responsabilidad de proteger, respetar y garantizar esos derechos para todas las mujeres, las niñas y los niños.

Es un debate que cuestiona el patriarcado, y sus legados, entre otros, “las necesidades sexuales de los hombres y su imposibilidad de contenerse.” Mucho hemos padecido esta visión, incluso el derecho en nuestro país es reflejo de ello, el abuso sexual infantil es prácticamente tolerado, la sanción va de 2 meses a 2 años en promedio, la edad para consentir una relación sexual es a los 12 años según nuestros códigos penales. Por supuesto no está exenta de cuestionamiento para la víctima, sobre vestimenta, o actitud provocadora; que decir de las figuras jurídicas del rapto, que señalan que un hombre puede secuestrar a una mujer para satisfacer un “deseo erótico sexual”, en donde la pena es ridícula y la reparación todavía es, el matrimonio con la víctima. Todo eso ocurre principalmente dentro del hogar, en casi un 50% por hombres de la familia, padres, padrastros, tíos, abuelos hermanos, fuera del hogar por conocidos o personas cercanas, padrinos, vecinos, cuñados, amigos, guías religiosos, maestros, muy pocas ocurren por desconocidos. Esa es la magnitud de la violencia sexual que enfrentamos día a día las mujeres mexicanas, ¿de qué hombres hablamos?, ¿acaso no son seres racionales?, ¿no deberían de ser los protectores?

Por eso los relatos de quienes venden sus cuerpos son similares. Las niñas abusadas o violadas en casa que salen en busca de algo mejor, la esposa que es llevada a un lugar para prostituirse para “ayudar a su marido”, a la adolescente que engañaron y se embarazo a temprana edad, peor aún a la que vendió su padre. Todas ellas, sin opciones, sin apoyos, encuentran una manera de sobrevivir en la prostitución. Sus relatos no son diferentes a otras mujeres en el mundo. Según el informe del parlamento europeo sobre prostitución e igualdad de género, entre el 80 y 90% de las personas que se prostituyen han sufrido alguna forma de violencia antes de empezar a ejercerla (violación, incesto, pedofilia); el 62% declara haber sufrido una violación y el 68% sufre trastornos de estrés postraumático, un porcentaje similar al de las víctimas de tortura.

En este debate también están las voces de aquellas que participaron en la prostitución, como Rachel Moran, una ex-prostituta de Irlanda, autora de Paid For: My Journey Through Prostitution. Moran criticó duramente la legalización y a quienes la promovían a través de un documento llamado El derecho de los hombres a comprar sexo, a lo que se sumaron las supervivientes de tráfico sexual y prostitución, discusión que tuvo lugar en la conferencia anual sobre mujeres de la onu en 2015, en el panel “Prostitución y Trabajo Sexual” organizado por la Coalición Contra el Tráfico de Mujeres (catw por sus siglas en inglés). Ahí insistieron que el término “trabajo sexual” fue creado por proxenetas situados en Estados Unidos con el fin de normalizar la prostitución. Otros lo utilizan para no ofender a mujeres prostituidas, ellas insisten que: “incorporar la frase sólo beneficia a proxenetas y alcahuetes”; fueron enfáticas al insistir en que la prostitución no es trabajo, es violación pagada, la prostitución debe ser tratada como violencia de género.

Lo mismo opina el parlamento europeo en su resolución sobre el tema al asegurar: “considerar la prostitución como un «trabajo sexual» legal, despenalizar la industria del sexo en general y legalizar el proxenetismo no es la solución para proteger a las mujeres y a las menores de edad de la violencia y explotación, sino que produce el efecto contrario y aumenta el riesgo de que sufran un mayor nivel de violencia, al tiempo que se fomenta el crecimiento de los mercados de la prostitución y, por tanto, el número de mujeres y menores de edad víctimas de abusos”.

¿Es posible ejercer la libertad de vender o alquilar nuestro cuerpo? desde los dh se insiste que en las naciones en donde la discriminación, la violencia, la falta de oportunidades, la pobreza, la ausencia de garantías de protección, las mujeres vivimos en una situación de vulnerabilidad. En donde ejercer nuestros derechos resulta prácticamente imposible; a la fecha no conozco un país en donde tengamos igualdad sustantiva y plena autonomía, a pesar de tener índices muy alto de desarrollo humano.

Es así que en países como México, caracterizado por una profunda desigualdad, pobreza y violencia contra las mujeres y de manera especial contra las niñas, la libertad de las mujeres es y sigue siendo una aspiración. Algunos datos que lo ilustran: seguimos siendo las más pobres entre los pobres, la deserción escolar es mayor en las jóvenes, el 41% de las mujeres se encuentran en rezago educativo. Con un trabajo precario y muy pocas oportunidades para quienes estudian e incluso concluyen una carrera, y el oprobioso acoso sexual presente en todas las actividades laborales y educativas. La violencia dentro y fuera del hogar es una constante en México, el 67% sufren violencia psicológica, insultos, amenazas, el 50% física y más del 30% sexual, el 84% por ciento de las víctimas de violación y abusos sexuales somos las mujeres.

El inegi reportó que en 2011 fueron 18.7 millones de mujeres de 15 y más años con al menos un incidente de violencia por parte de su última pareja (47.0% de la población femenina de esa edad). trata2De cada 100 mujeres con al menos un incidente de violencia por parte de su última pareja, 92 han sufrido violencia emocional, 52 violencia económica, 30 física y 16 sexual. La mayoría (69.4%) no denunció el abuso o la agresión física o sexual ejercida por el esposo, compañero o novio a lo largo de su vida en pareja y cuando lo hicieron nada favorable para ellas ocurrió. En promedio se asesinan a 6 mujeres al día, los feminicidios, la máxima expresión de violencia contra las mujeres, no son prevenidos, ni investigados, no hay acceso a la justicia para las víctimas, menos aún, se atienden las causas y consecuencias de esta violencia brutal en el tejido social y en la vida y seguridad de las mujeres y niñas.

Desde el año 2000 de acuerdo a las estadísticas de la Secretaría de Salud, han ocurrido en el país 23 mil 763 muertes violentas de mujeres, la mayoría de las cuales permanecen en la impunidad. Frente a ello, el mecanismo para detenerlos la “Alerta de género”, ha sido satanizado por las autoridades y su aplicación cuestionada o ausente de respuesta. Hay un incremento de niñas desde los 10 años y adolescentes que son madres y por supuesto, tienen menores oportunidades de desarrollo. Las estadísticas oficiales dicen que 4 de cada 100 niñas de 10 a 14 años ya han sido madres y de 15 a 18 años son madres 13 de cada 100; sus embarazos son resultado de la violencia o de uniones incluso matrimonio con hombres en promedio 11 años mayores que ellas, hay que recordar que el matrimonio de niñas es todavía una práctica en nuestro país. Junto con eso, tenemos una creciente demanda de prostitución infantil, es decir, el uso de niñas y niños en el comercio sexual a cambio de un pago o de otro tipo de compensación, en algunas ocasiones el pago es directo a ellos, o casi siempre a terceras personas.

La agencia de la onu para la infancia, unicef, estima que alrededor de 2 millones de niños de todo el mundo son explotados sexualmente a través de la prostitución y la pornografía, que es la tercera industria ilegal más lucrativa del mundo. Señala a Tailandia, Camboya, India, Brasil y México como o principales focos de prostitución y explotación sexual infantil. La prostitución infantil (afecta a los menores de 18 años) va ligada en muchas ocasiones a la pobreza. Insiste en la necesaria protección para las niñas y los niños ya que no tienen la capacidad de consentir la prostitución y exhorta a los Estados a que la combatan tan enérgicamente como sea posible, dado que es la forma más grave de prostitución forzada; exige con carácter urgente un enfoque de cero tolerancia basado en la prevención y protección de las víctimas y el enjuiciamiento de los supuestos clientes.

Investigaciones realizadas en la Universidad de Guadalajara demostraron que en México, se trata de un grave problema del cual no se dice mucho, en donde un sin número de mafias están detrás del negocio. Asimismo, que hay muchos factores que obligan a los menores de edad a prostituirse, en su mayoría son las necesidades económicas en el hogar, la huida de casa y la búsqueda de auto sustento, la drogas o la explotación por parte de un familiar o un tercero. No se puede confundir con abuso sexual, en ese caso la niña o el niño sólo es víctima de la conducta, en cambio, cuando se ofrece un servicio sexual por un menor de edad –recordar que se es niño o niña hasta los 18 años– a cambio de un pago se habla de prostitución infantil. Los consumidores generalmente son hombres provenientes de países ricos en el caso de México de Canadá y los Estados Unidos principalmente.

Las consecuencias que puede traer a los niños y las niñas son: suicidio, asesinatos, depresión, uso de drogas o alcoholismo. La prostitución infantil nunca puede ser voluntaria, siempre será considerada como prostitución forzada. A pesar de ello, la mitad de los clientes compran servicios sexuales de niñas o niños menores de 18 años, sabiendo que lo son. Y es muy probable que quienes son víctimas de trata de personas sean utilizados en la prostitución infantil. Aunado a ello tenemos que hablar de la violencia que se viven en el país, provocada por el crimen organizado solapado por autoridades corruptas, para quienes las mujeres y las niñas son un botín de guerra. Los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez fueron el inicio de esta pesadilla que ilustra como la violencia generalizada tiene un impacto mayor en las mujeres y las niñas, 27% de las víctimas de la violencia somos mujeres, no exenta de violencia sexual, prostitución forzada y muerte, al que se suma el alarmante fenómeno de las mujeres y niñas desaparecidas. El reporte oficial del gobierno mexicano señala que hay 27 mil 659 personas desaparecidas, 7 mil 177 son mujeres lo que representa el 27% de las víctimas. Más de 60 mil denuncias de violencia familiar no son investigadas, la mayoría de las mujeres detenidas sufren violencia sexual y tortura.

Niñas, Niños, Mujeres y Migrantes son una Mercancía

La Secretaría de Gobernación (segob) calcula que son 150 mil personas migrantes al año, mientras que organizaciones de la sociedad civil calculan 400 mil. En un informe de la cndh asegura que tuvo conocimiento de 9 mil 756 migrantes secuestrados, de los cuales el 15% eran mujeres. La organización Brigada callejera afirma que 1 de cada 3 migrantes atendidas por la organización en materia de salud sexual, fue objeto de trata de personas con fines sexuales.

Es urgente ya, reconocer que nuestra situación se asemeja a la de los conflictos armados en diversas regiones del país; tenemos que transparentar lo que pasa en la vida de las mujeres, la violencia y explotación sexual a la que son sometidas en esas regiones. Igual debemos legislar de acuerdo a los delitos establecidos en el Estatuto de Roma que crea la Corte Penal Internacional para que la violencia sexual y la prostitución forzada en esos contextos sean considerados como delitos de lesa humanidad. Es decir: “Cuando la violación haya tenido lugar por la fuerza, o mediante la amenaza de la fuerza o mediante coacción, como la causada por el temor a la violencia, la intimidación, la detención, la opresión psicológica o el abuso de poder, contra esa u otra persona o aprovechando un entorno de coacción, o se haya realizado contra una persona incapaz de dar su libre consentimiento.”

A la prostitución forzada cuando: “haya hecho que una o más personas realizaran uno o más actos de naturaleza sexual por la fuerza, o mediante la amenaza de la fuerza o mediante coacción, como la causada por el temor a la violencia, la intimidación, la detención, la opresión psicológica o el abuso de poder contra esa o esas personas u otra persona”.

Muchos de estas conductas no nos son ajenas. Ejemplos los tenemos en estados con presencia del crimen organizado y en donde se han hecho operativos por fuerzas militares. Tenemos 3 sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos: a) Campo algodonero, por asesinatos de mujeres en el marco de la violencia generalizada provocada por el crimen organizado, b) Inés Fernández y Valentina Rosendo, por violación sexual a mujeres indígenas en operativos militares; y el más reciente el llamado b) caso Atenco, por violencia sexual a mujeres en operativos de la policía, por ambos bandos las mujeres somos víctimas de ésta violencia.

Por ello, los mecanismos de dh han afirmado que México vive una grave crisis de derechos y violencia, que ha llevado al país a niveles críticos de impunidad y una atención inadecuada de las víctimas y familiares. Según el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos: “La impunidad es uno de los principales problemas ya que el 98% de los delitos denunciados quedan sin castigo. La justicia en México es una ‘simulación’, ya sea porque se fabrican culpables o porque las autoridades no aplican la debida diligencia y las actuaciones no producen resultados”.

Un papel importante en la promoción de la trata de personas y la prostitución es el que pueden desempeñar los medios de comunicación, con la reproducción de imágenes estereotipadas de las mujeres y la oferta de servicios sexuales. Tampoco se puede soslayar otros medios como el internet, un sitio para la captación de niñas y mujeres en la prostitución y trata de personas. Frente a eso es urgente intensificar campañas a nivel de educación primaria y secundaria sobre derechos de las niñas y prevención de estos delitos. Eliminar mensajes publicitarios con contenido sexista, que contribuyen a ofrecernos como mercancía. Si bien la libertad sexual es un derecho de las personas, ésta no puede construirse sobre la base de denigrar a las mujeres.

Frente a este panorama de desigualdad y violencia contra las mujeres en México, creo que entre en muchos otros, ¿podemos hablar de autonomía y libertad de las mujeres para dedicarse a la prostitución? En general tenemos que reconocer que resulta casi imposible. Por supuesto que no todas somos iguales, en este país desigual, hay mujeres que pueden tener satisfechas sus necesidades y mejores oportunidades pero deciden hacer uso de su autonomía, ejercer la prostitución. Pero aquellas que no tuvieron el acceso a sus derechos, ni oportunidades y que han sobrevivido incluso a la violencia, a la trata o explotación sexual, no tienen, ni tuvieron otra opción que depender de la venta de sus cuerpos para sobrevivir, eso es obligación del Estado y de la sociedad, impedir y sancionar.

Estoy convencida que las mujeres y los hombres tenemos que vivir en armonía, sobre la base del respeto a nuestro dignidad. En México tenemos mucho por hacer para que esto suceda, muchas y muchos estamos en esta ruta, no queremos esta absurda violencia, no aceptamos como cotidiano el abuso contra las mujeres y las niñas, no toleramos la explotación sexual de ninguna persona. Si creemos que hay otra forma de ser mujer, más humana y más libre y estamos construyéndola diariamente.