Trata de personas y trabajo sexual: mitos y realidades
Elvira Madrid Romero de Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer, “Elisa Martínez”, A.C.
1 A 6 DE FEBRERO, BANGKOK, TAILANDIA
Agencia de Noticias Independiente Noti-Calle, Bangkok, Tailandia, 2 de febrero de 2018.-
Mitos:
Todas las mujeres de la vida galante son víctimas de trata de personas.
Todas las trabajadoras adultas son mujeres libres que laboran por su cuenta.
Todas las NNA son víctimas de trata de personas.
Todos los clientes sexuales son violadores.
Todas las líderes de trabajadoras sexuales adultas son tratantes de personas.
Todas las personas que se dedican a administrar páginas de internet, se dedican a la trata.
El condón es una prueba del ejercicio de la prostitución y por tanto es evidencia de trata.
Todas las migrantes que se dedican al comercio sexual, son víctimas de trata.
Las deportaciones de mujeres migrantes, que ofrecen servicios sexuales, las libra de la trata.
Las iniciativas de salud sexual que se avocan a atender riesgos sanitarios de mujeres que se dedican a la prostitución, facilitan la trata de personas.
El reconocimiento legal del trabajo sexual, abre las puertas de la trata de personas y de la prostitución infantil.
Las mujeres que se dedican al “table dance” son víctimas de trata y de explotación sexual.
Al castigarse al cliente sexual, se reduce la trata de persona.
Ninguna mujer puede decidir “ser explotada” en la prostitución.
El trabajo sexual es una actividad que atenta contra la libertad de las mujeres que la ejercen.
La prostitución enferma, mata de Sida a las mujeres y las vuelve locas.
Al prohibirse los anuncios sexuales, se disminuye la demanda de sexo comercial.
Las prostitutas que sufren estrés post-traumático, son víctimas de trata.
Las trabajadoras sexuales no merecen tener la patria potestad de sus hijos menores de 12 años.
El ejercicio de la prostitución en la calle, atenta contra la moral y las buenas costumbres.
Llamar a las mujeres en situación de prostitución, “trabajadoras sexuales”, es violencia de género.
El ejercicio de la prostitución no es un derecho humano.
Una prostituta veterana, tarde o temprano buscará explotar a compañeras más jóvenes.
Los tratantes y explotadores, obligan a las prostitutas a marchar y defender su actividad.
Una mujer pobre y sin estudios, no puede elegir dedicarse a la prostitución.
Todas las “escorts” y acompañantes, son víctimas de trata de personas.
Quienes defienden el falso derecho de ejercer la prostitución, benefician a tratantes y tarde o temprano servirán a esos intereses.
No es posible dignificar el comercio sexual.
Realidades:
La ley de trata, mexicana, criminaliza a las trabajadoras sexuales.
El uso del condón tomado como prueba del delito de trata de personas, atenta contra la salud y aumenta el riesgo de VIH/Sida y otras ITS.
Algunas trabajadoras sexuales se han casado con clientes y viven una relación amorosa como cualquier otra.
Hay clientes que se han convertido en amigos entrañables de trabajadoras sexuales.
Hay líderes de trabajadoras sexuales purgando condenas de trata de personas por defender el derecho a trabajar en el sexo.
Muchas páginas de internet donde se anuncian trabajadoras sexuales, sólo prestan servicios de publicidad.
La organización libre y voluntaria del trabajo sexual es diferente a la trata de personas.
Las cuotas que trabajadoras sexuales pagan a sus representantes, son como las cuotas sindicales y no deberían criminalizarse como explotación sexual.
Muchas migrantes que se dedican al trabajo sexual, tomaron esa decisión libre y soberana para ofrecerles a sus familias un mejor nivel de vida.
Las deportaciones de migrantes, no son rescates, son acciones de limpieza social de los gobiernos que las impulsan.
Las iniciativas de prevención de VIH/Sida e ITS, promueven el auto-cuidado de la salud sexual y propician el ejercicio de las libertades entre las trabajadoras sexuales. El control sanitario obligatorio del VIH e ITS entre trabajadoras sexuales, es un acto de discriminación.
El reconocimiento legal del trabajo sexual, permite combatir la trata de personas y los abusos laborales.
No todas las teiboleras son víctimas de trata de personas. Muchas de ellas trabajan en el baile erótico porque allí ganan más y a no pocas les encanta dicha actividad.
Al castigarse al cliente sexual, se convierte a las trabajadoras sexuales en cómplices del delito y se las orilla a laborar en condiciones de mayor violencia policiaca y dificultad.
Toda la clase trabajadora es explotada por sus patrones; sólo que las trabajadoras sexuales no disfrutan de los derechos laborales que muchas otras trabajadoras dedicadas a otros oficios disfrutan.
El trabajo sexual es una alternativa de sobrevivencia, en una sociedad que no ofrece suficientes opciones laborales en los demás sectores económicos.
La medicina de trabajo nos ha enseñado que todos los trabajos, pueden enfermar a las personas que los ejercen, sino se toman algunas precauciones. El trabajo sexual no es la excepción.
La sociedad actual en la que vivimos, provoca estrés y otras patologías psicológicas a muchas personas, no sólo a las trabajadoras sexuales.
Al prohibirse los anuncios sexuales, no se disminuye la demanda de servicios sexuales; lo que se dificulta es trabajar en condiciones dignas y seguras.
Trabajadoras sexuales, víctimas de trata, periodistas y luchadores sociales en México, sufren estrés post-traumático por los operativos policíacos anti-trata, por la guerra contra el crimen organizado y por la represión gubernamental que busca anular la libertad de expresión y exterminar las protestas contra megaproyectos, gentrificación de centros históricos y otras iniciativas que despojan a pueblos e individuos de sus bienes.
Trabajar en el sexo no es un impedimento para ser una madre cariñosa, que saca adelante a sus hijos, dignamente con el fruto de su labor.
Ejercer el derecho sexual en la calle, es un derecho como el de los mariachis a cantar y el de los vendedores de boletos de lotería.
El ejercicio del trabajo sexual, es un derecho humano como el de los promotores turísticos de una ciudad, que no debería limitarse por considerarse inmoral.
El movimiento abolicionista internacional, pretende imponer una visión del comercio sexual que no permite a las mujeres decidir sobre su cuerpo y sobre su sexualidad.
El ejercicio del trabajo sexual, es un derecho humano fundamental, reconocido en la Sentencia 112/2013 del Poder Judicial de la Federación en México.
Las trabajadoras sexuales veteranas, son las mejores activistas contra todo tipo de abuso entre sus compañeras.
En México, no pocos padrotes han declarado que una trabajadora sexual que marcha, protesta y exige sus derechos ante el gobierno, tarde o temprano cuestionará los abusos a que es sometida por parte de madrotas o lenones.
Muchas scort y acompañantes trabajan en libertad sin estar sometidas a servidumbre o trata de personas.
Las organizaciones defensoras de derechos de las trabajadoras sexuales no defendemos a tratante ni a explotadores.
El comercio sexual es una actividad que se ejerce en condiciones de incertidumbre y sin certeza jurídica, que son indignas, el trabajo sexual es tan digno como cualquier otro oficio y se extrae de dicho trabajo una proporción de plusvalía como en cualquier otro.
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