Zona Galáctica: municipio de Chiapas cobra entradas en centro de comercio sexual
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El ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez obtuvo ingresos de esta zona de tolerancia por seis millones de pesos entre enero de 2014 y agosto de 2019
17 septiembre, 2019, Natalia Escobar
La historia de explotación y abusos en la Zona Galáctica no es impedimento para que el gobierno de Tuxtla cobre hasta el derecho a usar el baño
Un camino de terracería conduce a un área bardeada con alambre. Alrededor no hay casas, hospitales, escuelas o alguna estación policiaca. En la entrada de ese terreno enclavado en la periferia de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, un letrero anuncia a quien se acerca que ha llegado a la “zona de tolerancia”, o como popularmente la conocen, la Zona Galáctica.
La actividad sexual que aquí se practica está regulada por el gobierno de la capital chiapaneca y genera ingresos no solo para las mujeres que ejercen el sexoservicio sino para un amplio sector: transportistas, vendedores de comida, cantineros, policías y el propio ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez.
Las autoridades municipales no solo cobran la entrada al lugar, también el estacionamiento, uso de baños, derecho de piso a los comerciantes ambulantes y las tarjetas sanitarias que necesitan unas 120 mujeres para ofrecer sus servicios sexuales.
Todo es legal y está estipulado en la Ley de Ingresos y en el Reglamento de Vigilancia y Control del Ejercicio del Sexoservicio del ayuntamiento.
En seis años (2014 a 2019), la Tesorería Municipal ha recaudado poco más de seis millones de pesos de la Zona Galáctica, según datos entregados a Las Noticias vía transparencia. Esos recursos no se han reflejado en mejoras para el lugar por parte del ayuntamiento y mucho menos en las condiciones laborales de las trabajadoras sexuales.
“La Galáctica es la única zona de tolerancia en México donde cobran la entrada”
ELVIRA MADRID, PRESIDENTA DE BRIGADA CALLEJERA EN APOYO A LA MUJER “ELISA MARTÍNEZ”
La organización Brigada Callejera —integrada por trabajadoras sexuales y transgénero, sobrevivientes de trata de personas, mujeres migrantes y otras mujeres solidarias— ha denunciado en reiteradas ocasiones que las sexoservidoras del lugar laboran bajo condiciones de explotación y exigen a las autoridades que transparenten los recursos que recaudan por esta actividad.
Descarga la respuesta de la Tesorería Municipal de Tuxtla Gutiérrez sobre la Zona Galáctica
Impuesto hasta por los baños
La Zona Galáctica se ubica en las inmediaciones de la autopista Tuxtla Gutiérrez-Chiapa de Corzo, a la altura de la planta número 3 de bombeo de agua potable, entrando por la carretera antigua que conduce a la Ribera de Cupía.
Los clientes que no tienen auto llegan en una combi de transporte público que señala con letras rojas su destino: “La Zona”. Los taxis también cuentan con una ruta especial hacia el lugar.
Por la pequeña puerta de un zaguán se entra al sitio. Un letrero estipula el precio para el acceso: 10 pesos. El encargado de cobrar la entrada es uno de los tres policías municipales que custodian el área.
En la Ley de Ingresos para Tuxtla Gutiérrez está establecido el precio de 10 pesos más otra cantidad igual para quienes utilicen el estacionamiento.
De acuerdo con una solicitud de transparencia, el ayuntamiento recaudó de entradas casi 3.9 millones de pesos entre 2014 y agosto de 2019. Los ingresos por uso de estacionamiento ascendieron a 791 mil pesos en el mismo periodo.
El cobro de los sanitarios a clientes y visitantes significó también una entrada adicional de 348 mil pesos. Y no son los únicos derechos que las autoridades locales imponen para sacar el mayor jugo posible a este centro de comercio sexual.
El Reglamento de Vigilancia y Control del Ejercicio del Sexoservicio en el Municipio de Tuxtla Gutiérrez indica además que todas las personas que ejercen el oficio deben portar una tarjeta de control sanitario expedida por la Secretaría de Salud municipal.
El artículo 21 del reglamento establece que el documento debe tener la fotografía del sujeto, sus datos generales, nombre y domicilio del lugar donde ejerce el sexoservicio, número y fecha de registro, espacios para la anotación del resultado de la revisión médica y un resumen de las disposiciones sanitarias que deberá acatar.
La tarjeta se debe renovar cada tres meses y tiene un costo de 175 pesos que se paga ante la tesorería municipal, lo que, por supuesto, representa un ingreso extra al ayuntamiento.
En los últimos seis años, el municipio recaudó 271 mil pesos por la expedición de esa tarjeta para trabajadoras de la Galáctica.
Una quinta fuente de ingresos es el cobro de derechos de piso al comercio ambulante, que va desde lugares para comprar comida hasta puestos de gorras. Por este concepto el ayuntamiento recaudó 743 mil pesos.
En total, sumando los cinco conceptos, la Zona Galáctica significó para el ayuntamiento una bolsa de 6 millones de pesos entre 2014 y agosto de 2019: un millón cada año en promedio. Y esto es sólo lo que se reporta en cifras oficiales.
Las trabajadoras sexuales, de la mano de Brigada Callejera, han denunciado que los policías municipales llegan a extorsionar a los clientes y les cobran más de la tarifa establecida. Hasta el momento no existe un boleto que estipule el costo para ingresar a la zona de tolerancia.
Cambia el partido, pero no el negocio
La zona de tolerancia abrió sus puertas en 1991. Desde entonces Tuxtla Gutiérrez ha pasado por diez administraciones municipales del PRI, PAN, PRD, PVEM y ahora de Morena.
Paulina Conde, regidora del ayuntamiento entre 2015 y 2018, señala en entrevista cómo fue su primera visita a la Zona Galáctica.
“Cuando llegué me llevé una gran impresión. Vi las condiciones de salud en que (las mujeres) se encontraban, la situación de lugar, los abusos y las carencias. Fue lo que me motivó a trabajar en favor de los derechos humanos de las trabajadoras y al ver que el municipio tenía ingresos de la Zona”, recuerda.
“Recursos entran pero no se regresa nada al lugar. El ayuntamiento prácticamente está lucrando con el cuerpo de las mujeres y esto no es de sólo una administración sino de todas hasta hoy en día”
PAULINA CONDE, EX REGIDORA DE TUXTLA GUTIÉRREZ
A 28 años de abrir sus puertas, sorprende la ausencia de pavimento en el camino y la falta de alumbrado público que hacen que el trayecto para llegar al sitio sea sumamente peligroso.
Apenas el pasado 6 de marzo, dos días antes del Día Internacional de la Mujer, ocurrió el feminicidio de una de las trabajadoras sexuales.
El cuerpo de Bertha Lila, conocida como La Preciosa, fue encontrado con múltiples huellas de maltrato: violada, degollada y su cráneo destrozado por los golpes propinados con una piedra. Su cadáver maltratado fue hallado en el camino de terracería que conduce a la zona de tolerancia.
A causa de su edad avanzada —66 años— ya no ganaba mucho con el sexoservicio, pero nunca dejó de trabajar; lavaba ropa a sus compañeras, les hacía mandados, recogía basura y repartía comida para sobrevivir.
Para entrar a la Zona Galáctica, cada cliente debe pagar 10 pesos que van a dar a las arcas municipales.
El descuido del lugar no es la única deuda que mantiene el gobierno local con las trabajadoras sexuales.
El agua que sale de los grifos de la zona es de color café, contaminada y con rastros de tierra, por lo que ellas tienen que comprar garrafones o pagar pipas para poder usar agua potable.
En ocasiones el abuso es tal que no les permiten ingresar garrafones y las mujeres tienen que comprarlos, a costos excesivos, a los dueños de los módulos.
El agua no es lo único por lo que pagan. Las trabajadoras han denunciado que las autoridades les venden los condones del sector salud a 150 pesos la caja y les cobran los estudios para detectar VIH y sífilis.
Para este reportaje, Las Noticias solicitó una entrevista a Carlos Morales Vázquez, alcalde de Tuxtla Gutiérrez, pero no se tuvo respuesta.
¿Dueños de la zona?
Las mujeres con prominentes curvas no abundan en la Zona Galáctica, su complexión es muy diversa: hay delgadas, robustas, altas, bajitas, de piel morena o clara, mulatas y negras.
Su vestimenta va desde vestidos cortos y entallados a playeras con escotes profundos, aunque también hay quienes visten de manera más discreta. Los tacones y el maquillaje son parte de la cotidianeidad.
La mayoría tiene entre 25 y 35 años. Sin embargo, se ven algunas cuyas sombras en los párpados, pestañas enchinadas y labios coloreados no logran ocultar sus años. Sus menudos cuerpos las delatan: son menores de edad.
Habitaciones de diversos colores donde por cuarto apenas cabe un baño, una cama, una mesa y un ventilador son los espacios para las trabajadoras sexuales que laboran en la zona. Las fachadas del sitio advierten que está prohibido tomar fotografías.
La ex regidora Paulina Conde señala que durante su gestión las personas que se ostentan como dueños, y cobran a las trabajadoras por ejercer el sexoservicio, nunca pudieron comprobar la propiedad legal del lugar.
“Empecé a notar irregularidades como que las personas que se ostentan como dueños de los módulos no tienen cómo acreditar la propiedad. El terreno de la zona era ejidal y el ayuntamiento hizo convenios con los nuevos dueños, pero algunos no terminaron de pagar. Esa información hasta la fecha no la ha clarificado el ayuntamiento”, afirma Conde.
La Zona Galáctica abrió sus puertas en 1991; desde entonces, gobiernos del PRI, PAN, PRD, PVEM y Morena recaudan ingresos del lugar.
La Zona Galáctica es custodiada por tres policías; cuando se concentran en vigilar la entrada todo lo demás se descuida. El volumen alto de la música en las cantinas es otro problema para la seguridad de las mujeres.
En agosto de este año un cliente quiso ahorcar a una trabajadora con un cordón. Para alertar de estos casos cada cuarto cuenta con un timbre, pero si la música de las cantinas está muy alta, el ruido de auxilio no es escuchado por los policías. En el peor de los casos, el botón ni siquiera sirve.
Las trabajadoras de la zona son constantemente discriminadas. Son mujeres pobres, algunas indígenas o migrantes, que con su trabajo sacan adelante a sus hijos como era el caso de Bertha Lila. Su trabajo pagó la carrera de sus cuatro hijos: una mujer y tres hombres.
La pena máxima por un feminicidio en Chiapas es de 60 años de cárcel, sin embargo el caso de La Preciosa se tipificó como un homicidio y nadie purga una pena, no hay un detenido y el caso sigue en total impunidad.
Hasta el momento, no existe una recomendación por parte de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) de Chiapas para mejorar las condiciones de las mujeres de la zona de tolerancia.
El pasado 26 de agosto, durante el foro “Mujeres trabajando juntas por la transformación de México” que se llevó a cabo en San Cristóbal de las Casas, Elvira Madrid, presidenta de Brigada Callejera, interrumpió el discurso del gobernador Rutilio Escandón para entregarle una carta en la que le solicita atender la problemática que existe en la Zona Galáctica.
El escrito menciona que se han interpuesto denuncias ante Ministerio Público y la CEDH de Chiapas por los abusos que hay en la administración de la zona por parte de la presidencia municipal de Tuxtla. Hasta el momento no ha existido una respuesta del gobernador.
Brigada Callejera señala que los abusos no van a acabar hasta que quienes se ostentan como dueños de la Galáctica sean expulsados y las autoridades conformen cooperativas de trabajadoras sexuales para que administren el lugar.
Historia de trata y violencia
El pasado 29 y 30 de junio se llevó a cabo en Tuxtla Gutiérrez el XXII Encuentro Nacional de la Red Mexicana de Trabajo Sexual. En el evento, trabajadoras sexuales denunciaron el hostigamiento y extorsión por parte de autoridades municipales y administradores de la zona.
Tras las denuncias, las mujeres fueron amenazadas por los supuestos propietarios de los cuartos, quienes les han advertido que llevarán a chicas más jóvenes y de otros estados a trabajar al sitio.
Elvira Madrid, presidenta de Brigada Callejera, ha participado en foros internacionales de trabajo sexual y es parte de la Alianza Global Contra la Trata de Mujeres. Asegura que a nivel internacional las zonas de tolerancia han sido abolidas debido a que son espacios donde se excluye a la población dedicada al trabajo sexual.
En el informe Hacia una mayor rendición de cuentas. Hablan sobrevivientes de trata con fines sexuales, la organización a su cargo rescata testimonios de mujeres que fueron obligadas a ejercer el sexoservicio en la Zona Galáctica o que sufrieron casos de violencia extrema.
“Me obligaron a la prostitución. El que me llevó me engañó (diciendo) que me quería. Él pidió dinero prestado, mucho dinero y yo quedé como aval. Me dejó endrogada y fue cuando me llevó a la Zona Galáctica, para juntar ese dinero. Él se fue y me dejó ahí para pagar la deuda que tenía. Luego yo seguí porque no tenía para comer y estaba embarazada”, dice uno de los testimonios.
La zona se compone de habitaciones de diversos colores donde apenas cabe un baño, una cama, una mesa y un ventilador.
En enero del 2014, durante el periodo del gobernador Juan Sabines, se llevó a cabo un operativo antitrata en la zona donde participaron autoridades municipales, estatales y federales. De aquel suceso los testimonios de abuso abundan.
“Llegaron infraganti, llegó migración, la sectorial, la AFI, comenzaron a sacar a toda la gente agresivamente, sin compasión de nada. Si estábamos ocupadas, nos pateaban la puerta, así nos sacaban del cuarto. No esperaban a que nos vistiéramos. También a los clientes, ahora sí que empezó la balacera. Murieron muchas mujeres”, se lee en un testimonio.
Otro indica que: “el operativo fue temprano, había más extranjeras que mexicanas. Cuando estaban en el piso las empezaron a matar. De las demás, como no se dejaban agarrar por el miedo a migración, las golpearon, las cacheteaban y de todos modos las detuvieron y algunas las mataron. Yo por el miedo ya no quiero regresar para allá, todo se me viene a la mente”.
Con toda una historia de violencia sexual y física a cuestas, el ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez no pierde tiempo y sigue cobrando puntualmente sus impuestos.
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