¿Trabajo o explotación sexual?

¿Trabajo o explotación sexual?
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EKATHERINA SICARDO REYES
La comercialización del sexo: ¿trabajo o explotación sexual?

Mayo 24, Ibero90.9

Es un debate duro que no tiene repercusiones en el mundo de las ideas, sino que se inserta en los cuerpos y las vivencias sobre todo de las mujeres y las mujeres trans.

El feminismo radical abolicionista mira en el trabajo sexual otra de las tantas formas que tiene el patriarcado para explotar y objetivizar el cuerpo femenino, mirarle como si fuese una posesión del hombre que es el regular cliente, y que hace del cuerpo-territorio un espacio de dominación que se justifica como “trabajo” por el intercambio monetario que existe por el “servicio”.

¿Qué pasa con las mujeres que enuncian que voluntariamente ejercen el trabajo sexual? Desde la mirada desde el abolicionismo, estas mujeres hablan desde una falsa conciencia puesto que, enuncian como algo positivo la explotación del cuerpo femenino y sólo refuerzan los estatutos del patriarcado y del capitalismo neoliberal que ve en todo objeto ( el cuerpo como uno de éstos, y sobre todo el femenino) comercialización. Como explica Sonja Lamas: “Nos quieren hacer creer que la prostitución es algo normal, que es una relación sexual, y no; la prostitución es una relación de poder, donde el prostituidor paga por sexo de mujeres prostituidas, es una posición de señorío y dominio”.

Así el cuerpo femenino ha sido y sigue siendo un objeto de comercialización. Donde el trabajo sexual se ve inmerso no sólo por la ausencia de condiciones laborales dignas en materia de salud y salario, sino por redes de explotación en las que participan los proxenetas y actualmente en nuestro país, el narcotráfico.

Una realidad del mundo contemporáneo es que, el capitalismo neoliberal ha aumentado de manera indignante la desigualdad, y que esto repercute con mayor crudeza en mujeres, sobre todo en las que pertenecen a comunidades indígenas o rurales. Por ejemplo: “De media, en todas las regiones y sectores, el salario de las mujeres es un 24% inferior al de los hombres. Casi dos terceras partes de los 781 millones de personas adultas analfabetas son mujeres, un porcentaje que se ha mantenido constante durante las dos últimas décadas. Y 153 países tienen leyes que discriminan económicamente a las mujeres. En 18 de estos países, los maridos pueden impedir legalmente que sus esposas trabajen.”

En México las cosas van por el mismo camino, el coeficiente de GINI que mide la diferencia de ingresos, es de 43.21 lo que lo hace uno de los países más desiguales de la OCDE. Por lo que, otro signo del patriarcado se encuentra en la normalización de la pobreza y vulnerabilidad económica de las mujeres.

Frente el panorama de violencia de México y la región latinoamericana más la desigualdad; las mujeres son forzadas u optan por la opción de la prostitución como medio para poder obtener dinero. De acuerdo a datos de Brigada Callejera A. C. se estima que hay alrededor de 600,000 trabajadoras sexuales de las cuales 200,000 son menores de edad, en su mayoría son mujeres con un número menor de mujeres trans y hombres y son ciudadanas mexicanas o migrantes de otras partes de Latinoamérica.

Así que la situación es sumamente compleja, por un lado, hay un alto índice de explotación y trata de mujeres para obligarles a ejercer el trabajo sexual. Y en otro grupo, hay mujeres que declaran que conscientemente y voluntariamente quieren ejercer el trabajo sexual y que esta decisión, es feminista, porque están decidiendo por su cuerpo.

Bajo este contexto y trabajando en campo, como lo llama Arlen Palestina, quien es la representante jurídica de Brigada Callejera De Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez” A. C. existen asociaciones que ven como una realidad eminente la existencia del trabajo sexual, y que, se declaran en contra de llamar “víctimas” a las mujeres que declaran ejercer voluntariamente y por otro lado, la necesidad de protocolos precisos para diferenciar entre quienes están siendo obligadas, lo que se denominaría trata de personas.

Arlen Palestina, puntualiza que la trata de personas, entre sus vertientes es la explotación sexual, es fácil de distinguir cuando estás trabajando en el contexto, “se identifica viendo a las compañeras asustadas, golpeadas, jóvenes o que a veces, no hablan siquiera español.”

Uno de los logros, de los que se sienten orgullosas, es la obtención por medio de un amparo en 2014 en la Ciudad de México de identificar a todos aquellos que ejercen la profesión a través de una credencialización, con lo que se ha buscado identificarlos como trabajo no asalariado. Sin embargo, nuevamente se dio la inclusión de exhibicionismo y prostitución como faltas administrativas en la ley 24 fracción VII de la Ley de Cultura Cívica por el gobierno de Claudia Sheinbaum, lo que podría devenir en interpretaciones del denunciante provocando la encarcelación así como facilitando el chantaje por parte de autoridades; esto es motivo de preocupación a grupos defensores de las y los trabajadores sexuales pues esto sólo acrecentaría la persecución.

Para Arlen Palestina, esta acción es regresiva. Lo único que provoca es que las mujeres que ejercen el trabajo sexual en condiciones ya difíciles, se vuelvan blanco fácil de las extorsiones de autoridades y en la continua caza para ser revictimizadas. Donde la visión abolicionista desde la que parten las entidades de gobierno está mal entendida no como apoyo sino como persecutoria, como dice la abogada, “la gente que genera esas normas o que las ejecuta, las observa como víctimas, pero también, dicen: es una cabrona porque sabe a lo que se está dedicando y porque, es feo a lo que se dedica, porque tiene familia y sus hijos se van a enterar”. Entonces, la visión que esta teniendo la persona que ejecuta la norma, es de castigo y de culpa. Lo que le interesa es castigar.”

El problema de los protocolos sobre la trata de personas y su aplicación .
La trata de personas existe, es una de las mayores violaciones a los derechos humanos y no debería justificarse bajo ninguna circunstancia. Sin embargo, Arlen asegura que la aplicación de los protocolos lejos de favorecer a las verdaderas víctimas, ha fabricado casos para que los gobiernos puedan presumir que trabajan y en realidad, su objetivo proviene de una política económica para bajar recursos de organismos internacionales e incluso, como medida antinmigrante.

Arlen Palestina, dice: “En los 70´s cuando empieza el reconocimiento del trabajo sexual, con cooperativas, todo el mundo entendía esa visión. Cuando la ONU y el Banco Monetario Internacional, se decide que tiene que haber recurso para la trata de personas entonces, todas las organizaciones se convirtieron abolicionistas, para poder bajar el recurso internacional. Y entonces, se dice ´pobrecitas, todo es trata de personas´ porque sólo así me van a financiar mi proyecto.”

La abogada no se declara en contra de las acciones para sancionar y evitar la trata de personas, de hecho, menciona que son urgentes, sin embargo, puntualiza que en México y en otros países, son mal ejecutados, sólo con fines políticos. Donde se apresan sólo a las personas de bajo rango que en su mayoría también son cooptados por miedo y amenazas, pero jamás caen las cabezas que manejan la estructura. Dichas redes de explotación no podrían ser posibles si no hubiese acuerdos y corrupción con agentes del Estado.

Pareciera que el éxito de los operativos es arrestar la mayor cantidad de gente posible y no desmantelar las redes de corrupción y delincuencia que son necesarias para sostener las estructuras de explotación.

El camino: La autoorganización y las cooperativas
La representante jurídica de la Brigada Callejera, enuncia que, frente a la inacción gubernamental, ya sea por indiferencia o prejuicios morales, una de las herramientas más efectivas que han encontrado es el modelo de cooperativas, donde las trabajadoras sexuales puedan unirse y protegerse entre ellas, dado que el acoso y persecución no sólo proviene de las autoridades sino también de las mafias del narcotráfico que se han ido asentando en la Merced. Sin embargo, el gran problema se da cuando estas cooperativas son metidas en el mismo saco que las más ruines y verdaderas cadenas de explotación y trata de personas, por lo que las trabajadoras sexuales podrían ser encarceladas por esto.

Lo difícil es respetar la voluntad de las mujeres y permitir que puedan ejercer el trabajo sexual en las mejores condiciones de salud y seguridad, y al mismo tiempo, Arlen menciona que es sencillo notar quiénes están en un contexto de trata cuando se trabaja con ellas y no alejadas de ellas desde el escritorio. Una de las medidas que intentan fomentar es la autoorganización para el acompañamiento y protección de las trabajadoras sexuales frente al panorama múltiple de persecución por parte tanto del Estado, los proxenetas y el narcotráfico.

Los diálogos con el abolicionismo.
Arlen Palestina se declara a sí misma como abogada feminista. Cuenta que muchas de sus amigas son feministas radicales abolicionistas, y que, discuten con ella. Arlen, me explica que, en un mundo ideal, cree firmemente en el abolicionismo. Sin embargo, el panorama del mundo es mucho más complejo que el de las convicciones intelectuales. Y ella no puede ignorar la realidad que conoce cotidianamente, mujeres que efectivamente son explotadas sexualmente y por otro lado, mujeres que por su historia de vida o voluntad sin condiciones, quieren y buscan ejercer el trabajo sexual.

“Nosotros creemos que como en el aborto, nadie debiera de abortar, pero, la gente aborta. Nosotros también decimos, vivimos en mundo globalizado, neoliberal; en donde la explotación es cotidiana, no sólo del trabajo sexual sino absolutamente todos los oficios del mundo […] Y en ese proceso creo que la visión abolicionista y la de nosotros es la misma, efectivamente hay un contexto de explotación.

Si hablamos del territorio como nuestro cuerpo en una geografía interna, nosotros asumimos que las personas son capaces de toma de decisiones y que, si también lo es el obrero, también lo es la mujer. ¿Entonces cómo se puede entender sin una visión de tabú y sin una visión católica y religiosa de lo qué es, que una mujer disfrute la venta de su cuerpo? Hay mujeres que sí. Pese a la situación económica permite que la gente se dedique a múltiples oficios, debería haber un respeto para aquellas que lo deseen. Se esta trabajando con los genitales, y eso no se entiende por una carga moral y de culpa.”

Después hace una reflexión sobre los cuerpos femeninos, menciona que la explotación va mucho más allá de la prostitución, pues, en el ideal patriarcal la mujer debe estar siempre disponible para el hombre y su disfrute, ya sea en un contexto de relaciones amorosas o comerciales. Y que muchas veces, la mayoría de las mujeres están dentro de relaciones de dominio, bajo la justificación del amor o el agradecimiento. Efectivamente, hay un contexto de explotación del cuerpo femenino y el mensaje simbólico es, que la mujer es un cuerpo siempre utilizable y sumiso a los deseos del hombre.

¿Cómo pensamos nuestro cuerpo-territorio?, ¿Cómo nos vinculamos con los demás y cuáles son las relaciones de poder a las que siempre están relacionadas las mujeres?, ¿Cómo pensar la prostitución?, ¿Cómo explotación o trabajo?

Mientras discutimos y tomamos una postura; deberíamos preguntarnos por cuáles acciones y privilegios que poseemos y poseen otros repercuten en la cadena de explotación de otras y otros, y también, de cómo explotamos nuestros propios cuerpos. Y pensar, en la eminente realidad de que las trabajadoras sexuales existen, y mientras lo hagan, merecen condiciones dignas de salud, oportunidades de educación y respeto de todos.

Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez” A. C.
Un grupo de mujeres ríen y se mueven por el pequeño departamento que se encuentra en la calle de Corregidora 115 en la Merced, lejos del primer cuadro del Centro Histórico donde los aparadores de ropa deslumbran y los turistas andas revoloteando en sandalias. Aquí todo está lleno de puestos ambulantes entre los que están las mujeres que paradas en tacones esperan un cliente, ahí en el centro de todo, está la Brigada.

Se ha creado una clínica, donde tienen el equipo para hacer Papanicolau y además, cuentan con un doctor general así como una ginecóloga que atiende gratuitamente a quien lo requiera, aunque está especialmente destinado para las compañeras que ejercen el trabajo sexual. También pueden acabar su primaria, secundaria o preparatoria pues el Instituto Nacional de Educación para Adultos INEA les ha brindado la posibilidad de hacerlo ahí.

“No somos víctimas” dice un anuncio entre las fotografías de apoyo a los zapatistas y una pared llena de diplomas por la charla. Cecilia, bajó a abrirme la puerta cuando me fuí del lugar, me contó lo difícil y satisfactorio que le es, ir a la calle a tomar pruebas para VIH, explicar como se usa el condón masculino y femenino y sobre todo escuchar. Conocer las historias y brindar su apoyo siempre que pueda.

Si quiseras contactar a Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez” A. C.

Oficina en la Ciudad de México: Calle Corregidora no. 115 Depto. 204 Col. Zona Centro, Venustiano Carranza C.P. 1|5100 Tel: (0155) 5542 7835.