Celebrar la vida: Jaime Montejo
Claudia Bolaños
En el último mensaje que crucé con Jaime Montejo, vocero de Brigada Callejera, el pasado 26 de abril, unos minutos antes de la medianoche, me dijo que al parecer había contraído Covid, y días después, el 5 de mayo, murió.
La noticia la descubrí hoy, un mes después, tras enviarle mensaje para preguntarle cómo estaba y no recibir respuesta vía WhatsApp.
Como suele suceder en esos casos, y uno termina arrepentido, dejé pasar los días hasta que este día al ir manejando, viendo el cielo azul y escuchando la canción de Miguel Ríos, Todo a pulmón, pensé en todas esas personas que no podían respirar con todo su ser por la enfermedad, y entonces su recuerdo vino a mi memoria.
Googlié su nombre buscando la respuesta a mis dudas y lamentablemente varias noticias daban cuenta de que, en efecto, mi amigo había muerto, y yo sin saberlo.
En su último texto que me envió me decía que él y su pareja, Elvira Madrid, tenían todos los síntomas del Covid-19, y que se sentía “muy cabrón” no poder respirar a profundidad.
“Pasando este sucio juego a la salud, espero que podamos celebrar la vida. Saludos. Jaime”, fue lo último que me escribió.
Al releer sus palabras tuvieron otro significado para mí.
En efecto, el Covid-19 ha dejado miles de fallecidos, más de 10 mil 637 a nivel nacional hasta este 2 de junio, pero cada uno de ellos era la pareja de alguien, el padre o madre, hermano, primo, sobrino, un conocido, un amigo, un ser querido que ya no estará.
En el lugar de ellos pudimos estar nosotros, y lo peor es que también podemos sumarnos a la cifra porque hoy por hoy este juego sucio como llamó Jaime al coronavirus, nos mira amenazante, haciéndonos temblar y agradecer el privilegio que tenemos de estar libres del virus, de poder respirar a todo pulmón, y de celebrar la vida como lo deseaba hacer este luchador social.
Muchas veces las preocupaciones del día a día, del deber, del tener y del ser que ahora se conjuga con el estrés de hasta el qué comer, nos hace olvidar nuestros privilegios, como es la vida misma, y de tener confianza de que todo pasa, y esta etapa terrible a nivel individual y mundial también será un recuerdo.
Jaime Montejo fue un tremendo luchador al lado de su Elvira Madrid, siempre abogando por los derechos de las trabajadoras sexuales, y hasta sus últimos días buscó la entrega de despensas, ingresos y refugios para quienes no tenían donde vivir por falta de ingresos, yendo y viniendo, hasta sentirse mal. Lamentablemente tuvo que pasar por cinco hospitales antes de encontrar una cama hospitalaria, de esas que aseguran en conferencias que hay suficientes, para allí dejar esta vida. En resumen, como él hubiera dicho: “Que poca madre de autoridades, manito”.
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