Trabajo sexual en tiempos de Covid-19
Dana Estrada / La Contra-Record
Sandra, de 42 años de edad, es una trabajadora sexual transgénero. Es originaria de Xalapa, Veracruz, pero a sus 19 años llegó, por invitación de una amiga, a la CDMX para ejercer trabajo sexual.
Hoy, a pesar de la pandemia, debe salir al corredor de Tlalpan para trabajar y así poder tener dinero para pagar su renta, servicios y alimentos.
“En abril nos cerraron los hoteles, y estábamos molestas y preocupadas por nuestra economía. Pero luego Jaime murió por Covid y sentimos miedo”, relató Sandra.
Al cerrar los hoteles, Sandra tuvo que usar su casa y arriesgar aún más su seguridad y ahora salud.
Tuvo que elegir entre los de confianza y los nuevos. Hace 10 años fue víctima de un ataque con ácido por parte de uno. La agresión le quemó el lado izquierdo del rostro, hombro y pecho. Soportó numerosas cirugías y gastó los ahorros de toda su vida para recuperarse.
Pide que sus clientes no se quiten el cubrebocas, aunque ella no lo usa, pues vive de la imagen de su rostro y cuerpo. Aunque eso sí, jamás sale vestida despampanante de su departamento, pues aunque sus vecinos saben a qué se dedica, no le gusta causar desorden en su edificio, sobre todo porque hay niños.
“Me gusta ser discreta. Le tengo respeto a mis vecinos, por eso salgo normal, y aunque no oculto mi trabajo, también sigo algunas reglas”, comentó Sandra.
Antes de la pandemia, Sandra tenía hasta cuatro servicios, por los cuales cobraba 600 pesos. Ahora en un horario de 7:30 a 12:00 de la noche apenas logra captar a uno o dos clientes. Aunque durante los meses más difíciles de la pandemia, había días en los que se iba en blanco.
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