Trabajo sexual: Advierten preocupante aumento en migrantes menores de 16 años

Trabajo sexual: Advierten preocupante aumento en migrantes menores de 16 años

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Karla carga tres cruces en su espalda: Es migrante, es mujer trans y por necesidad tuvo qué dedicarse al trabajo sexual.

Al salir de Honduras, su tierra, Karla dejó atrás a su mamá y hermanitos persiguiendo el sueño americano.

Además de la carga emocional, su llegada a México no fue fácil, pues al entrar fue víctima de la delincuencia.

«Cuando llegué a la frontera de Guatemala, la gente es muy mala en esa frontera, venía con una amiga, con machete nos agarraron los delincuentes y nos quitaron todo», relata a 24 HORAS.

El camino de peligros seguía, pero eso no le importó. En Chiapas subió a La Bestia y vio cómo muchas personas morían aplastadas por la locomotora, o perdían extremidades.
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Por fin logró llegar hasta Nuevo Laredo, Tamaulipas, pero relata que fue atrapada por migración y regresada a Guatemala. En ese momento decidió volver a cruzar pero quedarse en México.

La hondureña trabajó en cantinas y bares de estados como Oaxaca, pero el sueldo apenas le daba para vivir, hasta que una conocida le propuso ir a la capital y dar masajes.

«No tenía dinero, y tuve qué ver una forma de conseguirlo. En los masajes era una casa muy hermosa donde solo te sentabas y allí llegaban los clientes y te elegían. Como yo estaba muy bonita, finita y delgadita. Me vendía como pan caliente, pues allí estaban las camas.»

En este contexto Karla conoció las drogas y con ello las adicciones.

«También me mandaban a casas de señores ricos. Allí todos estaban en drogas. Cuando las probé me conectaban a un mundo que no existía. Ganaba muy bien, pero todo lo gastaba al final en drogas».

Karla asegura que hoy la vida le pasó factura, pues pese a que los estupefacientes quedaron atrás, su salud es muy delicada: Todo lo que inyectó en su cuerpo le pudrió la carne de la cadera, problema que todavía enfrenta.

«A mí se me ha hecho un absceso enorme en mi cadera. Se me ha podrido la piel. Pero estoy muy agradecida con Brigada Callejera, con la señora Elvira, pues me ayudaron para que me atendieran en nutrición. Allí me he estado tratando porque a la herida le había caído una bacteria. Tuve qué ir 14 días seguidos y aún así la herida no sana. Sigue abierta y no puedo ir así a trabajar, porque luego me escurre la herida. Es tremenda mi situación».

LA HISTORIA DE KARLA, EL DÍA A DÍA DE MILES DE MIGRANTES

Si bien la llegada de Karla se remonta a 1997 cuando ella tenía 23 años, esta situación no ha cambiado y con la pandemia, estos casos van en aumento, sobre todo en poblaciones cada vez menores.
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Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer «Elisa Mtz», reporta que a partir de la pandemia en 2020, hubo un aumento del 30% de víctimas de explotación con fines sexuales y 40% con fines laborales. Y en este universo, un preocupante número en ascenso de personas de 14 a 16 años.

Elvira Madrid, presidenta de esta asociación que apoya a trabajadoras sexuales, explica que este tipo de empleo termina siendo la única opción para mujeres, trans y hombres heterosexuales.

«En este proceso hemos visto que es la única alternativa que encuentran para sobrevivir. Piden trabajo en tiendas fijas de ropa, papelería, restaurantes y no les dan empleo porque no tiene la visación. Porque si les dan trabajo, migración supervisa y las detienen y a ellos los pueden acusar de tratantes, entonces es un círculo vicioso».

INTERMINABLES VIOLACIONES A DERECHOS HUMANOS

La presidenta de Brigada Callejera cuenta que además de no poder trabajar, en lugares como Tapachula los migrantes son discriminados en los hospitales.

«Cuando llegan a Ciudad de México nos cuentan que las autoridades les decían que porqué les iban a dar sus recursos. Pero ellos también pagan impuestos en comida y hospedaje, no están aquí gratis» enfatiza.

Elvira cuenta que una vez aquí, trabajando en la calle, las autoridades mexicanas les quitan a sus hijos por ser migrantes y trabajaoras sexuales, pero no es lo único.

«Tenemos presencia en 27 estados, pero en el Norte es más violento. A Tamaulipas decidimos no regresar porque hay una colusión muy fuerte de las autoridades con la delincuencia organizada. Allí se desaparecieron 35 compañeras de un jalón sin que nadie hasta la fecha diga qué sucedió con ellas», denuncia.

UN RAYO DE LUZ EN LA PENUMBRA

Si bien la vida en las calles es dura, hay asosiaciones como Brigada Callejera que trabajan porque las condiciones del trabajo sexual sean dignas.

Arlen Palestina, su representante legal explica que esta asosiación no agremia, pero brinda servicio de acompañamiento y ayuda con dos microclínicas en la Ciudad de México donde quien lo desee puede hacerse chequeos como colposcopía, papanicolao, pruebas rápidas de VIH, sífilis, entrega de medicamentos, apoyo psicológico e incluso entrega de despensas.

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