Elvira Madrid: 30 años de activismo por la dignificación del trabajo sexual

Elvira Madrid: 30 años de activismo por la dignificación del trabajo sexual

Líbana Nacif Heredia

En 1992, un grupo de estudiantes de Sociología acudió al barrio de La Merced, ubicado entre las alcaldías Cuauhtémoc y Venustiano Carranza, para realizar un trabajo escolar sobre trabajo sexual. Entre esos jóvenes estudiantes se encontraba Elvira Madrid Romero.

La joven Elvira Madrid aún creía que el trabajo sexual se trataba de mujeres que vendían su cuerpo para obtener dinero, pero al llegar a La Merced, ella y sus compañeros descubrieron que la prostitución no era un negocio personal.

Padrotes, madrotas, camioneros, arrendatarios de habitaciones, policías de la ciudad, halcones, todos con una logística afinada y boyantes ganancias cuyo último eslabón en la cadena de beneficiarios eran las personas que alquilaban su cuerpo.

Descubrieron también que muchas de estas mujeres eran víctimas del delito de trata de personas y que eran sometidas a muchas otras formas de violencia, y que ante el machismo, el trabajo sexual se vuelve una actividad de alto riesgo para la salud, la seguridad y la vida de quienes la ejercen.
El infierno de la prostitución: “¿qué hacemos?”

“Profesor esto es un infierno ¿Qué hacemos, cómo las ayudamos?”, preguntó Elvira cuando todos sus compañeros comentaron el hallazgo. El catedrático fue tajante respecto a que debían dar por concluido el asunto. Aseguró que era sumamente peligroso involucrarse en ese tema debido al tipo de personas implicadas en el negocio.

Los estudiantes insistieron “nosotros estábamos impactados –relata Elvira–, queríamos hacer algo y el profesor nos dijo que si seguíamos adelante iba a ser bajo nuestra responsabilidad. Entonces, de 25 que había en el grupo, cuatro decidimos continuar y buscar la manera de ayudar”.

En México la prostitución es legal siempre y cuando sea ejercida por una persona mayor y por voluntad propia, a partir de este principio, cada estado regula de manera particular el trabajo sexual. De acuerdo con los últimos datos de INEGI (2018), en México hay al menos 800 mil personas dedicadas a la prostitución, de las cuales el 90 por ciento son mujeres.
En México hay al menos 800 mil personas dedicadas a la prostitución, de las cuales el 90 por ciento son mujeres
La discriminación y la violencia institucional

El trabajo de apoyo a las trabajadoras sexuales comenzó recolectando pruebas para denunciar a policías y camioneros que extorsionaban a estas mujeres. En ese camino descubrieron que el gobierno del entonces Distrito Federal les facilitaba atención médica en un hospital donde lejos de apoyarlas eran víctimas de discriminación y violencia.

El rechazo hacia quienes ejercían el trabajo sexual aumentó con la llegada de la epidemia de VIH de los 90. Entonces Elvira consideró que una manera de ayudar sería promover el uso y aceptación del condón, así que formó una brigada informativa.

En aquellos años conoció a Elisa Martínez, una trabajadora sexual que fue víctima de diversos tipos de violencia y murió tras contagiarse de VIH. Luego de conocer su caso, Elvira creó la Brigada Callejera de Atención a la Mujer “Elisa Martínez” A.C., con la que comenzó la gestión de recursos y diversos apoyos entre autoridades y organizaciones para apoyar a hombres y mujeres que se dedican al trabajo sexual.

Estableció un consultorio para hacer pruebas rápidas de VIH, Hepatitis C, Sífilis y ofrecer tratamiento ante enfermedades de transmisión sexual. Más de 30 años después, el consultorio continúa brindando, además, servicios de papanicolaou, colposcopía e incluso diagnóstico de COVID para trabajadoras sexuales y sus hijos, “lejos de la posibilidad de sufrir discriminación ya que este sistema de salud es un sistema de muerte al que no les interesan las vidas de estas personas”, critica la activista.
La educación para hacer frente al abuso

Según las investigaciones que realiza su organización con el apoyo de organismos internacionales, el 25% por ciento de quienes ejercen la prostitución en México son víctimas del delito de trata de personas, el otro 75 por ciento lo hacen por voluntad propia, orilladas por la pobreza que enfrentan.
La Brigada Callejera busca visibilizar los problemas que enfrentan las trabajadoras sexuales

“Muchas de ellas son madres o hijas que se quedaron con la obligación de sostener su hogar y, sin educación ni orientación correcta, tuvieron que trabajar en esto para llevar el pan a sus casas”, menciona Elvira Madrid.

Al conocer los contextos de estas mujeres, Elvira Madrid consideró que enseñarles a leer y escribir podría ser de gran ayuda, y comenzó a promover clases de alfabetización. Después de esto vinieron los apoyos para cursar el nivel básico, medio superior y superior. En 30 años un total de 5 mil 50 trabajadoras sexuales y sus hijos han accedido a la educación a través de la Brigada Callejera, relata con orgullo.

“Para que no tengan que depender ni económica ni emocionalmente de un hombre. Me importa mucho ver la realización de las compañeras, me motiva a seguir luchando pese al peligro y los atentados que he recibido”, asegura.
Los riesgos de luchar por los derechos de las trabajadoras sexuales

Denunciar la extorsión y la trata de personas en La Merced puso en riesgo su vida por primera vez en 2003. Un grupo de granaderos la esperaba afuera de su casa. La golpearon hasta dejarla inconsciente. Iban encapuchados y con armas largas

“Uno de ellos me dijo: esa es la pinche mitotera, y me acuerdo bien que me decía que me iba a violar, que nunca lo iba olvidar”, pero ante el tumulto que generó en la vía pública la llegada de los encapuchados, luego de golpearla se retiraron.

En 2019 fue amenazada de muerte durante una visita para conocer las condiciones de salud en la zona de tolerancia en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Días antes había enviado una carta al Gobierno estatal para denunciar la situación de violencia, extorsión, abuso de autoridad y un feminicidio en la zona.

Las amenazas han sido constantes, asegura, pero con el tiempo ha encontrado alianzas y un sistema de apoyo que le permiten continuar su labor sin miedo. Actualmente la organización que preside tiene representantes en 28 estados y forma parte de la Alianza Global contra la Trata de Personas con presencia en 180 países del mundo.
La maternidad como forma de control patriarcal

Elvira Madrid asegura que al comienzo de su camino como activista, ella decidió que no sería madre porque observó que a las trabajadoras sexuales y a muchas mujeres, incluso universitarias, los hombres las controlaban por medio de los hijos.

“Yo dije que a mí nadie me iba a controlar por los hijos … ¡Ah, te vas y no te lo doy!, ¡Haz esto o no te lo doy!, ¡No digas esto, no hagas esto porque tu hijo no sé qué y no sé cuál! Como mujeres nos joden la vida”, dice.

La decisión de dedicarse a la defensa de los derechos de las trabajadoras y los trabajadores sexuales implicó tomar decisiones respecto a su propia vida, como elegir a un compañero que compartiera su lucha y aceptara su decisión de no tener hijos.

Ambos fundaron y se apoyaron en los trabajos de Brigada Callejera durante casi tres décadas, hasta que en 2020 su esposo perdiera la vida víctima del COVID 19. Pero su luto tampoco detendría su trabajo como activista.
El trabajo sexual ante la pandemia de COVID 19

La pandemia por Coronavirus agravó las de por sí precarias circunstancias de las trabajadoras sexuales, quienes enfrentan la reducción de hasta el 70 por ciento de sus ingresos, pero aún tienen que lidiar con el cobro de derecho de piso por parte de bandas del crimen organizado.

Por otro lado, el aumento del desempleo disparó los niveles de pobreza, lo que orilló a más mujeres a unirse a las filas del trabajo sexual. Según el censo de la Brigada Callejera, en la Ciudad de México se registró un aumento cercano al 100 por ciento en el número de personas que ejercen este oficio, al pasar de 7 mil 700 a 15 mil 200.
Con la pandemia de Coronavirus, los ingresos de las trabajadoras sexuales han disminuido hasta en un 70%

En la búsqueda por disminuir el riesgo de contagio entre las trabajadoras y los trabajadores sexuales, su organización buscó apoyos económicos ante el gobierno de la Ciudad de México, pero solo han obtenido un apoyo de mil pesos del el gobierno de Claudia Sheinbaum en toda la pandemia, contra los 5 mil que se entregaron a los vendedores del barrio de La Merced, por ejemplo.

Para sostener su labor de dignificación del trabajo de las trabajadoras sexuales y contrarrestar la violencia que sufren, incluyendo ser víctimas de trata de personas, la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez” A.C. recibe donativos. Con ello continuará con su labor en pro de los derechos de esta población a la que la pobreza y el machismo mantiene en situación vulnerable.
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