América fue presa injustamente, discriminada por ser indígena, transgénero y trabajadora sexual, pero en la educación encontró su refugio

América recibiendo su certificado de primaria.

América fue presa injustamente, discriminada por ser indígena, transgénero y trabajadora sexual, pero en la educación encontró su refugio

América estuvo presa casi 14 años en Centro Varonil de Reinserción Social Santa Martha Acatitla, a ese lugar llegó tras denunciar el asesinato de su pareja. El 4 de agosto del 2003 la mujer transgénero, indígena y trabajadora sexual llegó en shock a un Ministerio Público de Iztapalapa, donde empezó a ser cuestionada respecto a sí ella había cometido el delito, quien le tomó su declaración le decía que solo respondiera con un “sí” o “no”, en ningún momento contó con un traductor de su lengua materna (Ñomndaa o Amuzgo), aunque fue tajante en decir: “yo no lo maté”, la hicieron firmar papeles que supuestamente eran de la denuncia, horas después ingreso al reclusorio.

En el 2017 América salió de la prisión, había sido sentenciada a 20 años por el delito de homicidio calificado, pero en el mismo año que obtuvo su libertad, su historia salió en la revista “Proceso” en un reportaje titulado: “La desgracia de ser transgénero y estar en la cárcel”, meses después de la publicación su abogado de oficio interpuso un amparo que falló a su favor y salió libre. Durante toda su condena su familia desconocía su paradero y es que la relación no había sido sencilla ya que al venir de una comunidad indígena de la Costa Chica de Guerrero (Xochistlahuaca), no había sido aceptada plenamente y desde joven migró de su pueblo.

Durante su encierro América retomó sus estudios, pero no obtuvo sus papeles. Gracias al programa permanente de alfabetización para las trabajadoras sexuales, que implementa la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez” A.C, América terminó su primaria, su certificado salió con el nombre que ella decidió no con el de José María, el cual tenía antes de convertirse en la primera mujer transgénero indígena amuzga de su comunidad en cambiar legalmente su identidad de género.

La Brigada Callejera, desde hace 32 años ha trabajado por el reconocimiento del trabajo sexual como una labor digna, con el objetivo de que quienes lo ejercen libremente tengan acceso a derechos laborales. Cada acción de la organización va encaminada al reconocimiento pleno de los derechos sexuales, humanos y políticos de las compañeras trabajadoras sexuales.

En el caso de América la Brigada Callejera le brindó asesoría legal para cambiar su identidad de género y darle las herramientas necesarias para terminar su educación primaria y próximamente la secundaria, su certificado lo obtuvo en el mes del orgullo de la comunidad de la diversidad sexual.

Elvira Madrid, presidenta de la Brigada Callejera menciona que para la organización es muy importante promover que las personas que se dedican al trabajo sexual sigan con sus estudios debido a que “el conocimiento nos hace libres” y en los años de labor de la Brigada se ha demostrado que en medida que las trabajadoras sexuales acceden a la educación, defienden más sus derechos humanos y laborales.

El sueño de América

A sus 48 años, América busca acceder a la justicia que le fue negada cuando la condenaron sin contar con un traductor. Actualmente, junto con el equipo legal de Brigada Callejera, se busca la reparación del daño por haber estado encarcelada injustamente.

“Hoy sé que conmigo cometieron una injusticia”, menciona América que agrega que aún sigue adaptándose a la vida en libertad, pero critica que no exista un programa que realmente apoye a las personas que han sido presas injustamente.

América asegura que otro situación que hizo que la encarcelaran injustamente es el hecho de ser mujer transgénero pues en todo momento fue tratada con desprecio por parte de las autoridades, “de inicio me cortaron mi cabello, eso es no respetar mi identidad de género y me negaban el tratamiento hormonal, me trataban cómo hombre pero yo no soy tal”, menciona.

Elvira Madrid menciona que han identificado que aún existen muchas barreras en torno a las mujeres transgénero y en muchas ocasiones no son contratadas por los empleadores debido a los prejuicios, la falta de oportunidades las orilla a trabajar en la informalidad o en el trabajo sexual.

América desea llegar a estudiar hasta la preparatoria o más y agradece la oportunidad que la Brigada le ha otorgado para continuar con su preparación académica con la certificación del Instituto Nacional para la Educación de los adultos mayores (INEA). También, asegura que si alguien le hubiera dicho que estudiara para defenderse de las injusticias del gobierno lo hubiera hecho antes.

América considera que no es un solo día o un mes cuando se debe reconocer los derechos de la comunidad de la diversidad sexual, sostiene que se les debe garantizar el acceso a la salud, derechos jurídicos y a la vivienda.

“Las mujeres transgénero trabajadoras sexuales siempre hemos sido hostigadas por el gobierno, nos hostigan y aún somos muy discriminadas”, señala América.

Como mujer indígena transgénero, América considera que son una población muy invisibilizada y sostiene que la comunidad tras necesita acceso a la educación y mercado laboral de lo que estudiaron, para ella esta sería una verdadera practica de inclusión en la sociedad.

En América Latina la esperanza de vida para las mujeres transgénero es de 35 años. En México solo el 3% de las mujeres transgénero acceden a estudios universitarios y en cuanto a las población de personas en situación de reclusión en la capital del país son mujeres trans más del 30% de las personas de la comunidad LGBTI+ es decir, 150 de las 450 que se reconocen así y están en prisión.