Discriminación en-trabajo sexual, la-crisis invisible tras-la-pandemia

Discriminación en-trabajo sexual, la-crisis invisible tras-la-pandemia

Miguel Ángel Pérez

Gretel es una trabajadora sexual trans desde los 14 años, primero en Guanajuato, lugar de donde es originaria y era manejada por un padrote. Más tarde, migró a la capital del país en busca de un nuevo empleo, pero la discriminación por su identidad sexual la presionó a ser su propia jefa.

Debido al ahogo económico, tres años después del inicio de la pandemia, ha tenido que dejar el miedo a los contagios y enfrentarse a un nuevo panorama en el que ha sufrido mayor violencia e infravaloración por los servicios que ofrece, ganando por debajo del salario mínimo.

Apenas puede respirar a causa de una rinoplastia mal hecha, aspira para después alzar su blusa y mostrar un torso tasajeado, producto de intervenciones que describe como “la muerte”.Cuenta su historia en una condonería ubicada en un viejo edificio que pertenece a la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer, en un contexto en el que sus ingresos por jornada en ocasiones no supera los 100 pesos al día, debido al aumento de trabajadoras sexuales, extorsiones por uso de suelo y la falta de algún apoyo al no pertenecer a un sector asalariado.

En este sentido, el trabajo sexual en la Ciudad de México aumentó a más del doble, de acuerdo con el diagnóstico independiente realizado cada dos años por la Brigada Callejera entre 2020 y 2021, que contempla 15 mil 200 trabajadoras sexuales, entre ellas, madres solteras menores, comunidad trans e inmigrantes, en su mayoría de Guatemala, Honduras y El Salvador.

Para el diagnóstico de este año, no sólo prevé un nuevo aumento en las trabajadoras (en su mayoría jóvenes de 20 a 28 años), sino también en los decesos que registran, pues el incremento fue de 150 hasta 2020 y a la fecha con 270.

"Hubo un retroceso, se han empobrecido más de la mitad de ellas", dice la directora de la brigada, Elvira Madrid, al preguntarle sobre el cambio más importante, pero añade que entre esos factores se encuentra la falta de ayuda que ofició el gobierno con mil pesos durante la crisis sanitaria, pues “sólo le llegó al 15 por ciento y ni siquiera completo. Dijeron que iban apoyar con despensas y medicamento para las compañeras, no lo fue”, así como la extorsión de hoteleros con el cobro excesivo de tarifas que rondan los 150 pesos por 15 minutos de encierro, así como la omisión de “carpetazos” a denuncias por abusos.

—¿Hay un antes y un después en el trabajo?—.

"Trabajé muy poco en la pandemia, porque me daba miedo enfermarme. Salías a la calle y no había nada, el trabajo sexual es muy cabrón, ya hay muchas jovencitas, ya hay de todo, ya los clientes no son los mismos, están muy maleados, a uno le parte la madre, en seguridad estamos muy mal".

Una tentativa de feminicidio por un cliente es el suceso que más ha marcado el miedo e inseguridad que siente; se toca el pecho cuando comienza a contar lo que vivió esa noche; "¡Ya chingaste a tu madre!", fueron las palabras que escuchó después de ver una daga apuntando a ella, después de acabar un servicio en un cuarto de hotel.

“Si no hubiera estado la tarjeta del hotel, me matarían, salí corriendo, quise parar una patrulla y nada”.

El Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (Copred) refiere que 78.7 por ciento de las personas que ejercen trabajo sexual ha vivido violencia o discriminación (contemplando como muestra a 230 trabajadoras), y aunque en el informe advierte que la violencia es mayoritaria por parte de uniformados, en la sala donde transcurre la conversación no se oculta el enojo a estas encuestas, pues “la investigación no refleja la realidad, no contempla temas como la violencia con tratantes o el cobro de piso por parte de grupos delictivos”.
“Coronasutra” y cómics: la importancia de los manuales en tiempos del covid-19

La implementación de cómics que incluye posiciones sexuales, síntomas y formas de contagio de covid-19 ha sido la alternativa que la brigada brindó para el cuidado de las trabajadoras, porque “el gobierno solo dijo cubrebocas; nosotros empezamos a decirles qué era el covid, lo supimos por compañeras que se enfermaban y empezaban a morir. A muchas no pudimos hospitalizarlas”, recuerda Elvira.

"Nos dan la confianza, nos enseñan cosas que uno no sabe. Me valoro mucho gracias a ellas", interrumpe entre dientes una ex trabajadora.

Ambas explican que el trabajo aumentó en 300 por ciento en la zona de la merced y la frontera sureste en Tapachula, Chiapas, atendiendo inmigrantes en clínicas comunitarias de salud con pruebas en VIH, a las que se añadió un nuevo sector, que son los hombres, pues “ellos trabajaban en lugares cerrados; llega la pandemia y era impresionante verlos en la calle”.

Así como el uso de alternativas en posiciones sexuales, “yo no doy besos, opto por medidas como el uso de cubrebocas”, pues antes habían clientes que llegaban con gogles, las sanitizaban, pero ahora sólo con gel antibacterial, aunque “hay mucha gente que le vale y quieren que uno lo haga sin condón o de besos”, cuenta a detalle Gretel.

Por su parte, a pesar de ganar el amparo 112/2013, que reconoce el trabajo sexual como no asalariado con goce a protecciones legales y derechos a la salud, así como de sindicatos, en la Ley de Cultura Cívica de la Ciudad de México, denuncian no tener a la fecha, un avance, donde “ni siquiera amparadas por el sector salud, ningún recurso tenemos, sale de nuestro dinero o le pedimos a brigada, no hay credenciales de trabajadoras no asalariadas”, dicen entre voces empalmadas ambas trabajadoras.

En su historia, Gretel no ha conseguido ayuda en el sector de salud pública, la han discriminado por su identidad sexual, su oficio y por el trabajo que realiza aún después de la pandemia, por lo que ahora se encuentra a la espera del apoyo económico para la atención en materia de salud a las personas transgénero, transexuales, intersexuales y personas no binarias del que aún no cuenta debido a la omisión de las autoridades.

—¿Qué sigue para ustedes—, se le pregunta a quienes se encuentran alrededor del local, que muestra material erótico como educativo al que entran no solo trabajadoras, sino también diferentes tipos de público.

"Seguir sobreviviendo en comunidad", son las palabras que enuncia Elvira a carcajadas.

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