Trabajadoras sexuales de la 3ª edad, entre pobreza y estigma

Trabajadoras sexuales de la 3ª edad, entre pobreza y estigma

La asociación civil Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer estima que hay un registro de 15,200 trabajadoras sexuales en la capital del país para este 2023.

Chabelita, Leticia y Sofía son tres mujeres de la tercera edad que se dedican al trabajo sexual en la Ciudad de México y diariamente se enfrentan a una complicada realidad por su edad y su profesión.

En el marco del Día Nacional de Personas mayores, que se conmemora el 28 de agosto, la asociación civil Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez”, recolectó la historia de estas tres mujeres que se dedican al trabajo sexual desde hace 50 años.

Chabelita, de 65 años y Sofía, de 68, llegaron a la zona de la Merced recién cumplidos los 18 años, ambas desde entonces se dedican al trabajo sexual.

Para Sofía, las cosas son complicadas, pues relata que pasa semanas sin ejercer porque ya es muy difícil que “agarre un cliente, pero sigo saliendo a buscar trabajo”.

“Yo todos los días me veo al espejo y a veces pienso que los años ya se me notan, pero yo solita trato de animarme, de arreglarme y sentirme mejor”, explicó Chabelita quien es madre soltera de un joven que actualmente se encuentra cursando el nivel medio superior, por lo que es jefa de familia y responsable de solventar los gastos de su hogar.

Estimaciones de la organización revelan que en 2023, hay registro de 15,200 trabajadoras sexuales en la Ciudad de México, lo que representa un incremento de 97.4%%, respecto a la cifra del 2019 previo a la pandemia, pues ejercían 7,700 personas el trabajo sexual.

Del total general para este año, se estima que 10% de ellas pertenece al segmento de mujeres adultas mayores, quienes se enfrentan a una complicada realidad donde mientras mayores sean, menores son los ingresos que reciben.

La asociación indica que la pandemia afectó a las personas que ejercen el trabajo sexual, disminuyendo sus ingresos hasta 70 por ciento. Como parte del conteo de la Brigada, los datos arrojan que de la cifra total, 40% había dejado el trabajo sexual, pero regresaron, otro 40% inició a raíz de la crisis y el restante (20%) representa a las trabajadoras que no están en un punto específico, sino que se mueven por las calles en busca de clientes.

Buscar apoyos

Leticia de 65 años es madre de una joven de 25 años que sufrió un accidente que la imposibilita para trabajar, por lo que desde hace 15 años, se dedica al trabajo sexual. Sin embargo, reconoce que “nunca los ingresos habían estado tan bajos”.

Leticia, al igual que Chabelita y Sofía, puede pasar semanas sin tener a ingreso, pero cuenta que busca apoyos en asociaciones civiles y en algunos clientes, que le ofrecen, por ejemplo, un cartón de huevos, con lo que consigue alimentarse al menos una vez al día.

La brigada Callejera señala que usualmente las trabajadoras sexuales son el sostén económico de sus familias, y que su ingreso lo percibe de cuatro o cinco personas. Además, la asociación señala que 75% de quienes ejercen es mujer, 20% pertenece a la comunidad trans y el último 5% a hombres.

Para Leticia una de las peores partes de ejercer como trabajadora sexual, es el acoso que recibe por parte de vendedores ambulantes: “nos ofenden, nos dicen que si no nos da pena estar ahí paradas, pero ellos no conocen nuestras necesidades”.

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