“Trata de personas, simulación, pánico moral y prevención entre mujeres migrantes que laboran en bares, cantinas, centros nocturnos y cuarterías de Tapachula, Chiapas”:
Aproximaciones a la economía política del comercio sexual en Tapachula, Chiapas a partir de evidencias.
Por Elvira Madrid Romero y Jaime Alberto Montejo de Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer, "Elisa Martínez", A.C.
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https://es.calameo.com/read/000137394ef0fd5e7a21f
Introducción:
Podemos escuchar que hay 30 mil victimas de trata en 3 mil bares y cantinas de Tapachula, Chiapas y que la zona de tolerancia “Las Huacas”, es un paraíso de prostitución infantil de migrantes. La nota roja vende ejemplares, espacios publicitarios y acerca donativos a granel a organizaciones de la sociedad civil.
La respuesta gubernamental a este tipo de “denuncias públicas”, fue la prohibición del baile erótico, la simulación mediática de rescates de falsas víctimas de Trata y la persecución de mujeres migrantes que laboran en bares y cantinas de Tapachula, Chiapas y otros municipios del Soconusco.
Para calcular cuántas mujeres trabajan en el sexo en Tapachula, Chiapas y de ellas cuántas son migrantes, tomamos como referencia la información que hemos referido en más de 25 cuadernos de campo y más de 50 entrevistas a mujeres migrantes que laboran en la industria del espectáculo y la diversión, así como un número igual de grabaciones a declaraciones de dueños, encargadas, funcionarios públicos, clientes de bares y cantinas, periodistas y vecinos/as.
Si tomamos como referencia algunos indicadores de “El Informe del Sector Sexual” , como el número de mujeres que habitan la ciudad de Tapachula, Chiapas, los ingresos generados por las trabajadoras sexuales y el aporte a la economía local, estatal y nacional de los negocios donde laboran.
En el caso de México, calculamos que en el año 2010 habían 862,216 trabajadoras sexuales que representan el 1.5% de la población femenina nacional de 57 millones de mujeres a nivel nacional reportadas por el INEGI. De esas mujeres que se ganan la vida en el comercio sexual, el 25% son personas menores de 18 años que generan el equivalente al 2% del PIB, correspondiente a la toda la inversión extranjera directa que tuvo nuestro país ese año.
Un Informe de los Programas Estatales de vih, sida de la Secretaría de Salud, calculó en 1999 que en México habían 104,973 mujeres trabajadoras sexuales y 17,947 hombres.
En Chiapas el INEGI contó a 2,443,773 mujeres de las cuales calculamos que el 1.5% se ganan la vida con el comercio sexual, esto es, 36,656 mujeres.
El informe del Programa estatal de vih, sida del estado de Chiapas, señala que el número de “sexoservidor@s era de 1,053 en el año 2,000 personas, de las cuales 959 eran mujeres.
Otras fuentes que no especifican qué metodología utilizaron para obtener cifras de “mujeres, adolescentes y niñas en situación de prostitución”, ni qué indicadores sirvieron de base para hacer sus conteos o cálculos, hablan de 21 mil víctimas de trata sexual.
Datos duros:
El censo de población y vivienda del INEGI del año 2010 en Tapachula, Chiapas reportó un total de 166,230 mujeres de las cuáles calculamos que el 1.5% pueden dedicarse al comercio sexual, esto es, al menos 2,500 mujeres en cerca de 300 lugares y por lo menos 300 personas más por su cuenta.
Este dato, que sólo representa una proyección, es compartida por fuentes de la administración pública y organizaciones internacionales que prefieren guardar el anonimato.
Impuestos municipales, estatales y derechos, que debe pagar cada establecimiento en Tapachula, Chiapas en promedio para poder operar es de 30 mil pesos al año en promedio , lo cual representa 9 millones al año de los 300 establecimientos mercantiles donde se puede sospechar el ejercicio del comercio sexual en la ciudad.
Los 1,869 establecimientos mercantiles que el ayuntamiento Tapachula, Chiapas refiere a través de su unidad de transparencia, donde se venden bebidas alcohólicas, pagan en su conjunto al año más de 56 millones de pesos al año al municipio de Tapachula y otras dependencias estatales como la Secretaría de Salud y Protección Civil, entre otras.
Los ingresos municipales por tarjetas de control sanitario de hasta 3 mil trabajadoras sexuales, si cada una de ellas paga $365 pesos cada 6 meses, tendremos al menos más de más de 2 millones de pesos de ingresos, sin contar a meseras, cocineras y bailarinas que no hacen trabajo sexual.
Ahora, los ingresos municipales por corrupción que son “cobrados” por inspectores municipales que “solicitan” 100 pesos al mes por permitir que meseras, bailarinas y trabajadoras sexuales puedan laborar “evitándose la molestia” de ir al servicio médico municipal de control sanitario de Las Huacas, de cerca de 18 mil trabajadoras/es en general, podrían ser de más de 21 millones de pesos al año que nunca llegan a tesorería, sino a cuentas personales de diferentes servidores públicos.
No tomamos en cuenta las cerca de 300 trabajadoras/es sexuales que laboran por su cuenta probablemente en la calle, porque ellas no están obligadas a participar en el control sanitario, aunque muchas de ellas sí son beneficiarias de ONG que les ofertamos pruebas rápidas de detección de vih, sida, sífilis y otras infecciones de transmisión sexual.
El número de servicios sexuales prestados a la semana se calculó en 1.5 al día, esto es, 9 a la semana de 6 días y 480 en 50 semanas del año por trabajadora, para un total de menos de 1 millón y medio de servicios que generan ingresos por poco menos de 500 millones de pesos al año, de los cuales, calculamos que al menos 150 millones corresponden a costos de operación y ganancias de las empresas sexuales donde laboran y de funcionarios públicos que les cobran derecho de piso.
500 millones de pesos, similares a los que el gobierno del estado de Chiapas invertirá en la rehabilitación de 500 escuelas de la entidad en el marco del programa “Escuela Digna”, según la nota informativa consultada.
Calculamos que poco más o menos de 2 mil 500 mujeres trabajan en el sexo en Tapachula, Chiapas en cerca de 300 negocios; esto es, el 1.5% de la población femenina de la ciudad.
En el caso de mujeres migrantes, tomando como referencia las listas de asistencia a nuestros eventos de capacitación, calculamos que al menos 2 mil de ellas son trabajadoras sexuales en la ciudad de Tapachula, Chiapas.
La mayoría son hondureñas, le siguen salvadoreñas, guatemaltecas y nicaragüenses, entre otras nacionalidades.
Como respuesta “natural” a los titulares de prensa que presentan cifras alarmantes sobre la dimensión del sexo comercial equiparado a la trata de personas, sin referencias metodologías ni fuentes claras; en Chiapas se criminalizó el baile erótico en 2014, cuando se reformó el artículo 70, numeral VII, inciso d) de su carta magna estatal, que establece “la prohibición de usos de suelo para los centros donde se presentan espectáculos que atentan contra la moral, las buenas costumbres, fomenten la trata de personas y/o atenten contra la dignidad humana.”
Ahora, “Según la Dirección de Acceso a la información Pública del ayuntamiento de Tapachula, en respuesta al oficio DAP/003/2010 con fecha 3 de febrero pasado (del año 2010), en ese municipio existen mil 869 establecimientos que en diversas modalidades cuentan con permisos expedidos por el ayuntamiento para vender bebidas alcohólicas.”
La información oficial es elocuente: “El oficio emitido por la Dirección de Acceso a la Información Pública de Tapachula detalla que en el ultimo año se cuenta con registro de al menos 506 restaurantes, 250 bares diurnos y 164 centros botaneros que cuentan con la autorización municipal para la venta de bebidas embriagantes. A estos les siguen en menor número los depósitos, que en conjunto son 251 comercios; los bares nocturnos que ascienden a 53, y las tiendas de autoservicio, con 56 establecimientos. Finalmente restan las discoteques, con 10 sitios con permiso para venta de alcohol; dos supermercados; tres agencias, y seis cantinas.”
Falta evidencia para establecer que en dichos negocios todas las mujeres ofrecen sexuales o que son victimas de trata.
El trabajo de campo del equipo operativo de Médicos del Mundo Francia que tiene una misión en Tapachula, Chiapas, no refiere que haya 3 mil lugares donde se ejerza la prostitución ni que en esos negocios estén presenten 21 mil víctimas de trata con fines sexuales.
Algunas de las causas estructurales de la trata de personas, son el hecho de que la globalización y la liberalización del comercio, incrementan la feminización de la pobreza y de la migración; otras son la inequidad de género, la pobreza, la elevada tasa de desempleo, las políticas restrictivas de inmigración, la falta de seguridad humana y la demanda, especialmente de “mano de obra barata”. (Por ello) No es correcto entender por demanda de la Trata, la demanda de la prostitución. Debe entenderse la demanda de Trata, en un sentido amplio como cualquier acto que fomenta cualquier forma de explotación, que a su vez conduce a la Trata.
Prevención, protección de víctimas y reacción inmediata:
La mejor prevención es el conocimiento de sus derechos humanos y la manera de hacerlos respetar de forma colectiva. Esto ha sido posible en la Escuela de Promotoras de Salud Migrantes de Médicos del Mundo Francia (MdMF), coordinada por Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer, “Elisa Martínez”, A.C. desde mediados del año 2013.
La escuela de promotoras ha incluido la capacitación continua en temas de salud sexual como la prevención del vih, sida y otras infecciones de transmisión sexual, el reconocimiento y la defensa de los derechos humanos de las personas migrantes y en particular de quienes laboran en la industria del espectáculo y la diversión, reflexiones básicas sobre trata de personas e implementación de la campaña “La trata de personas no es cuento: Disfruta, aprende y actúa. Cómics contra la trata”, aplicación de pruebas rápidas de vih, sida y sífilis, así como detección de niveles de glucosa y presión arterial y elaboración de notas informativas realizadas por las mujeres migrantes que participan en el taller de periodismo comunitario “Tápate-chula”.
Otra actividad no menos importante es la promoción de la regularización migratoria de mujeres migrantes que trabajan en bares y cantinas y de sus hijos e hijas, ya sea a través de los supuestos de la campaña temporal del Instituto Nacional de Migración (INM) o de la reunificación familiar por tratarse de madres de hij@s mexican@s, esposas o parejas de facto de algún mexicano.
A la fecha, MdMF ha ayudado a que más de 70 promotoras de salud y beneficiarias de su programa se regularicen para garantizarles certeza y seguridad jurídica en su permanencia en el país.
Paralelo a ello, se ha realizado la presentación y discusión en torno al libro “Hacia una mayor rendición de cuentas: Hablan sobrevivientes de trata con fines sexuales. Informe ampliado de México”, que también se ha presentado a dueños de bares y cantinas, a funcionarios de la administración pública municipal, estatal y federal y a activistas de otras organizaciones sociales como el Movimiento Migrante Mesoamericano, entre otras más.
Algunas actividades emblemáticas fueron la marcha del primero de diciembre de 2014, día internacional de la respuesta hacia el vih, sida, el desfile del 30 de junio de 2015, día internacional contra la trata de personas, donde un contingente de decenas de mujeres migrantes, exigieron no utilizar condones y material educativo de prevención del vih, sida, como pruebas para establecer responsabilidad penal por los delitos de explotación sexual y trata de personas; así como dejar de criminalizar a mujeres migrantes inocentes que son utilizadas como chivos expiatorios para justificar actuaciones de la policía ministerial de la Procuraduría General de Justicia del estado de Chiapas (PGJECh) o de la Procuraduría General de la República (PGR).
Otra actividad simbólica y gregaria muy importante fue participar activamente en el XVIII Encuentro Nacional de la Red Mexicana de Trabajo Sexual, el 22 de julio de este año en curso (2015).
Con respecto a la protección de víctimas reales y potenciales, tres casos detectados en igual número de visitas a Tapachula, Chiapas, nos muestra la falta de sensibilidad de los elementos de la policía municipal de Tapachula, así como de la fiscalía de protección emigrantes de la Procuraduría General de Justicia del estado de Chiapas (PGJEC), con respecto a tres mujeres de 17, 18 y 23 años, dos de ellas mujeres migrantes de nacionalidad guatemalteca y hondureña; así como la falta de un protocolo de detección y atención de dichas víctimas, al encontrarse en estado alcohólico y bajo el efecto de otras sustancias psicoactivas.
Dichas víctimas “in situ”, se encuentran a merced de tratantes y explotadores sexuales y ninguna institución de la administración pública municipal, estatal o federal, cuenta con acciones que les beneficien y las liberen de su situación.
La reacción inmediata de las autoridades referidas, en los casos citados, es nula.
A continuación incluimos algunos testimonios de mujeres migrantes capacitadas como promotoras de salud contra el vih, sida y la trata de personas, así como defensoras de derechos humanos, en la escuela de promotoras de salud, que muestran los efectos negativos que la persecución policiaca les ha traído con el pretexto del combate a la trata de personas por parte de las autoridades correspondientes:
Mujeres trabajadoras que no tuvieron otra opción laboral, por la falta de papeles, educación y discriminación hacia quienes no nacieron en territorio mexicano. Dispuestas a aprender muchas cosas, a defenderse en materia de salud y prevención de enfermedades y promover la defensa de sus derechos, no le hace que acá les digan una y otra vez, que se merecen el trato que reciben por putas y robamaridos, no le hace que esto suceda todos y cada uno de los días.
“Han cambiado muchas cosas en nuestras personas. Las pruebas de VIH, ahora son gratuitas en Tapachula, antes nos cobraban por ello. Teníamos problemita con las revisiones, de 5 a 10 de la mañana esperando a que el médico llegara, y nada”, relata Hortensia, una de las hondureñas que participa en el taller.
Con sus 35 años, su experiencia en las deportaciones de quién ha sido expulsada del país 3 veces y su recorrer bares y cantinas de Tapachula para ganarse la vida honradamente, no le hace que sea como trabajadora sexual, espera más de la vida. Algo más que sobrevivir y enviar dinero a sus bebés y a su mamá.
“La mayoría de mujeres que trabajamos en estos negocios somos extranjeras, aunque nunca faltan las mexicanas. Por trabajar en esto, a nosotras no nos quieren entender”.
En cuanto reciben los cómics, trabajadoras sexuales informadas, así como candidatas a promotoras de salud y las promotoras mismas, se conectan inmediatamente con ellos. Se quedan mirando fijamente cada viñeta, cada personaje es recorrido con atención, cada palabra, cada imagen es observada con detenimiento.
Es como si el tiempo se hubiera detenido. Los mensajes del cómic y los comentarios de Elvira, no tardan en hacer sus estragos: las risas y palabras se enlazan y la plática fluye como el agua del río Suchiate en época de temporal.
La complicidad entre mujeres se hace notar y rompe las barreras del hielo. Es como si fueran grandes amigas en un reencuentro donde cada una de ellas actualiza a la otra y donde los secretitos compartidos, las unen en la complicidad.
¿Ha servido esto de ser promotoras de salud en los bares y cantinas? La respuesta a la pregunta de Elvira no se deja esperar: “Se siente bien porque una plática con las otras muchachas y así vengo conociendo a las otras muchachas, porque ya trabajo en otro bar. Les enseñé los libros, conversamos y nos reímos mucho mientras estamos aprendiendo.”
“Yo no tengo palabras, tengo que pensar mucho y el tiempo se agota. Había muchas cosas que ignoraba, aquí las vine a aprender.”
Unas a otras se miran con detenimiento, siguen la conversación sin perderse un detalle y cambiando de página, todas al mismo tiempo, sin excepción.
“A mí me ha servido para mi vida como persona, a ser más tolerante con los demás. Donde he tocado, me han abierto para las puertas para aprender.”
El calor no es pretexto para perder la atención. Son como esponjas que absorben cada detalle del debate y que dan su opinión cuando algo les brinca en la mente.
“Es un curso de relaciones humanas”.
Sin embargo, hay algunas observaciones.
“Más adelante ya no nos van a querer, los dueños de los bares ya no quieren gorditas o más grandes”.
Todas miran con atención a quien toma la palabra en cada participación. Asienten con sus caras y reafirman lo que todas ya saben, que el trabajo en estos lugares es temporal, que se llega a ganar bien porque a la vuelta de algunos años la competencia será muy grande y el desplazamiento por otras mujeres más jóvenes, inevitable.
“Se necesita más comunicación con los medios por la policía, porque han andado como zopilotes”.
Una de las mujeres voltea a ver a su compañera de reojo, como diciéndole viste cómo tiene la razón. Otra muestra su sorpresa al escuchar aquello que nadie se atreve a decir en otros lugares. Impensable decirlo a la hora de la revisión médica.
“Nos tratan como delincuentes. Llegan periodistas y nos toman fotos y videos, aunque les digamos que están violando nuestros derechos, no nos hacen caso.”
El clima de la discusión es propicio para compartir historias y reconocer que no todas han vivido las mismas situaciones, pero que igual todas son hijas del mismo dolor.
“Los que andan como perros, son los de migración”, repela Aurora.
Elena le contesta al instante, sin pensarlo dos veces y sin titubear: “A mí nunca me han hecho nada. Será porque el dueño de la cantina donde trabajo se lleva bien con ellos o porque no todos son iguales.”
“A la zona, llega la policía, como si sólo hubiera delincuentes. Si ellos no quieren que ande uno corriendo, que le den a uno un permiso”.
Todas se ríen del comentario y le dan la razón a la chica que hizo el último comentario.
“Llegó un judicial de civil y pidió al encargado que me sacaran del bar y que no me iba a pagar y de cuatro letras no me bajó”.
En cada comentario, fluyen miles de historias de igual número de mujeres que han vivido la misma anécdota, que se sigue repitiendo como disco rayado, una y otra vez, sin que nadie haga nada al respecto.
“Y uno no puede señalar a nadie porque lo desaparecen y de pinche …., no lo bajan a uno”.
La plática apenas está entrando en calor. El ventilador ayuda a que el aire circule y nadie se sienta a disgusto.
“Ahorita ya los cambiaron a todos, tenían mucho tiempo y se volvieron abusivos.
Las alusiones a la policía municipal, nunca faltan entre trabajadoras sexuales. Generalmente por el abuso, en otras ocasiones por algunos de ellos son compañeros sentimentales de algunas chicas y en otros casos porque sus siluetas siempre están presentes como sombras pegadas a la pared, a sus vidas, para bien o para mal.
“El doctor dice que una quincena hay que pagar cien pesos y otra no, por eso no siempre nos revisan. El mismo publicó en “El Orbe”, que una mesera tenía Sida y no fue así, porque luego el resultado no se confirmó. Esas cosas degradan el lugar donde uno trabaja y a las mujeres que trabajan en Las Huacas”.
La catarsis es completa. Todas las mujeres se identifican en el mismo dolor y el lagrimeo se acumula en cada una de ellas. Pero también la alegría de haber roto el silencio y compartir sus palabras, nacidas de su propio caminar por los bares, cantinas, zonas de tolerancia, servicios médicos, patrullas y lugares de detención.
“Hablan con uno, le dicen la gravedad de asunto ese del Sida, que ya no puedes trabajar y le avisan a tu jefe, y si él te apoya o no… hay quienes te dejan meserear pero no salir con clientes”.
Es la hora del receso. Nadie dice no a las galletas y refrescos. Es tiempo de hacer fila para orinar. Tiempo de mandar mensajes a través del celular y de estirar el cuerpo y notar que no todo en la vida es trabajar en un bar e irse a dormir y mandarle dinero a la familia.
“En la reunión de fin de año que organizaron los de salud en La Huaca, no nos sentimos muy bien que digamos. Como a veces no hay con quien dejar a los niños, una compañera se los tuvo que llevar al convivio y viendo que andaba con tres hijitos, sólo le dieron a ella un plato de comida.”
Todas se acomodan nuevamente en su lugar. Una de ellas le da de comer a su bebé. Algunas retoman los cómics con rapidez, otras se tardan un poco más. Hojean el manual de promotoras de salud de la Brigada y la historieta sobre Sida y trabajo sexual, por el tema que están comentando.
“Uno trabaja al cliente para no beber tanto, pero hay dueños que lo obligan a uno a tomar. Yo por eso buscó dónde trabajar mejor.”
Afuera, la vida parece seguir su curso. Es todo por hoy, se despiden y acuerdan verse otra vez más para departir nuevamente sobre su trabajo. El Parque Central luce como casi todos los días. Un lugar donde se cruzan el camino todos los días, vendedores ambulantes, semifijos y fijos, indocumentados y tapachultecos, trabajadoras sexuales y amas de casa, estudiantes y chambeadores, policías y ladrones, en un interminable ir y venir, mientras el calor azota a toda la raza por igual. Cada quién en su lugar.
En la noche y madrugada, no todo es sombra y silencio en el Parque Central. Las trabajadoras sexuales no abundan en esta época del año. No sabemos en qué temporada es que llegan a sobrepoblar el lugar. Seguramente habrá unas noches en las cuáles cada tramo del parque se llene de rumores y de clientes y extorsión. No lo sabemos, quince días es poco tiempo para indagarlo. Cuatro años de presencia en la región, también es insuficiente.
¿Qué opina una investigadora del CIESAS, San Cristóbal y un cliente asiduo a la cerveza?
Otras percepciones:
“Qué cuántas trabajadoras sexuales hay en las calles del centro de Tapachula? No, pues no llegan a 200, yo diría que salen a trabajar en promedio unas 50 nada más”.
Son las palabras de Melissa Domínguez, licenciada en desarrollo y gestión intercultural de la UNAM, investigadora de la organización “Sin Fronteras, A.C.”. Sorprende escuchar esto, cuando los medios no dejar de repetir que son miles las víctimas de trata sexual en Tapachula. Ahora, que quizás tenga la razón. No hay espacio suficiente para tanta mujer Tratada, ni tantos clientes para que ellas se ocupen con ellos. Bueno, eso es lo que parece, al menos en el caso urbano de la ciudad.
“El discurso de la Trata, le caído muy bien al Estado, porque no ha querido reconocer los derechos laborales de las trabajadoras sexuales.”
La pregunta es, ¿dónde quedaron todas esas activistas, intelectuales y académicas que desde el feminismo defendían el derecho a trabajar en el sexo? No lo sabemos, lo que sí podemos decir, es que algunas abogadas de esa causa ahora son abolicionistas de la prostitución. Todas son víctimas de Trata en la prostitución. Bueno, sino lo son, son victimarias con casi toda seguridad. No se puede elegir la esclavitud. Hay que rescatarlas a todas y si el gobierno quisiera, en seis meses se acabaría la prostitución, castigando al cliente sexual.
“Las mujeres reguladas se están replegando a la clandestinidad donde es más difícil tener acceso a los servicios de salud y de apoyo al migrante. En Tapachula lo que reina es la cero tolerancia al trabajo sexual. Aquí sacan a la policía para sacar a las mujeres de las calles. Ellas dicen que trabajan para pagar la cuota y el resto para vivir.”
“Al acusar a todos los empresarios de tratantes, las condiciones laborales de las trabajadoras sexuales, han empeorado. Las chicas, ya no pueden estar agrupadas, sólo pueden andar de 2 en dos o solas para no ser detenidas. Además a algunas, el hotel les queda lejos y eso implica un riesgo para ellas.”
“En el Parque Central, los guatemaltecos van y vienen al igual que muchos mexicanos. Se habla mucho de Tapachula, cuando en realidad la puerta de entrada principal de migrantes a México, es Tenosique, Tabasco. De allí se van hacia Palenque y algunos siguen su camino.
El cliente de una cantina señalaba en septiembre de 2013 que, “Antes los permisos, los daba Tapachula, ahora es la jurisdicción sanitaria de Chiapas, quien los da. El costo del refrendo anual es de 12 mil pesos. Si estamos hablando de al menos 2 mil licencias que van desde expendios, hasta zonas de tolerancia, tenemos un ingreso anual por dicho concepto de aproximadamente 24 millones de pesos y una cantidad similar por las cuotas que pagan los sitios clandestinos. Otra cosa son las mordidas que hay que pagar, que pueden doblar esa fortuna y en momentos como este, convertirse en una verdadera mina de oro.”
“El municipio en su momento, les otorgó a las cerveceras las licencias de los lugares que habían cerrado y así, negocio tras negocio floreció el monopolio actual. Tuxtla le dice a Tapachula, no quiero que expidas más licencias. Entonces se reciclan las licencias atrasadas, 2 años sin pago, se le entregan a la empresa y las da de alta. Cada una tiene un número, sólo cambia el propietario, además el gobierno permite cambiar el giro con facilidad.”
Una entrevista realizada en el año 2012 por radio BI, en el 88.7 FM del cuadrante, sigue al aire. El entonces regidor Alejandro Regalado, comenta que el 54.2% de 1500 licencias de Tapachula, las concentra la Corona, de las cuáles 400 no están activas. Dice que para evitar eso hay que modificar el código. Refiere que hay 200 solicitudes de licencia que no han sido atendidas, que se han autorizado 400 permisos irregulares, que se dieron pese a que no cumplían con los requisitos.
Conclusiones:
La difusión de información sobre víctimas de trata de personas, basada en estimaciones cuya metodología no se conoce y que pareciera ser el producto del pánico moral, de la competencia entre cervecerías o de la búsqueda de financiamientos “piadosos”, ya que se dirigen preponderantemente hacia el comercio sexual y muy poco hacia la trata con fines de explotación laboral entre jornaler@s agrícolas, trabajadoras del hogar y otros sectores productivos; ha provocado respuestas del gobierno del estado de Chiapas y del gobierno de la república, donde la prohibición constitucional estatal del baile erótico no ha garantizado condiciones para erradicar la trata de personas de mujeres migrantes de diferentes edades.
Los operativos policiacos tampoco han logrado disminuir situaciones de abuso laboral o incluso de trata de personas.
Nos parece que se puede marcar la diferencia en la respuesta hacia la trata de personas, si intentamos establecer sistemas de protección comunitaria ante este delito que viola los derechos humanos, donde las mujeres migrantes puedan sumar esfuerzos en tres ejes de actividad.
El primero eje es prevenir este flagelo, así como evitar la violación de derechos humanos, a través de acciones colectivas que incluyan la discusión sobre testimonios reales de trata, la lectura de historietas y la elaboración de notas informativas sobre el tema.
El segundo eje es proteger a víctimas reales o potenciales de la trata de personas o el abuso de autoridad en nuestros ámbitos de incidencia social. Y, el tercero es tener la capacidad suficiente para reaccionar de forma inmediata ante casos de trata de personas o violencia institucional.
Algunas medidas sencillas, son la posibilidad de contar con un directorio de autoridades de la fiscalía de migrantes, fiscalía de trata, fiscalía fronteriza, la gendarmería de la policía federal, grupo beta del INM, comisión estatal de derechos humanos de Chiapas y nacional, entre otras instituciones del gobierno mexicano que las puedan auxiliar.
Otra alternativa, es tener contactos confiables en la prensa mexicana e internacional y difundir sus propias noticias para poder establecer un equilibrio entre las noticias que buscan legitimar la abolición de la prostitución, aquéllas que pretender excusar al gobierno de su mirada miope hacia la trata de personas y las notas hechas por trabajadoras y sobrevivientes de trata que documenten excesos u omisiones.
Otra opción, puede ser que las mujeres que laboran en la industria del espectáculo y la diversión, se organicen de forma independiente de cualquier otra asociación, dependencia de gobierno, patronos o partidos políticos y dejen escuchar su voz como sujetas sociales con miradas diversas y plurales sobre su propia situación.
Para ello, las mujeres migrantes deben contar con un diagnóstico basado en evidencias y no en suposiciones sin fundamento alguno, en torno a la trata de personas y a los efectos colaterales que la respuesta gubernamental ha traído aparejada. Para ello es útil contar con sus propios testimonios y evaluar en colectivo los diferentes tipos de operativos contra la trata de personas que se han realizado en Tapachula, Chiapas y sus alrededores desde el año 2007 hasta la fecha.
Para realizar las actividades de prevención, protección y reacción inmediata ante la trata de personas y los abusos policiacos durante los operativos anti-trata, realizamos varios diagramas con mujeres que se perciben a sí mismas como trabajadoras sexuales, meseras, bailarinas o sobrevivientes de trata, donde abordamos diferencias básicas entre trabajo sexual y trata sexual, medidas de prevención para personas migrantes, familias, escuelas y comunidades.
Trabajamos la diferencia entre el delito de trata de personas establecido en el Protocolo de Palermo y otros delitos como el secuestro, el rapto de personas menores de 18 años con fines “lascivos”, la extorsión y su relación entre ellos, la trata de personas y los feminicidios de mujeres de todas las edades y condiciones sociales, incluidas las mujeres migrantes.
Por último, incluimos otros testimonios de mujeres migrantes que trabajan en bares de Tapachula, Chiapas, algunas de las cuales participaron en la investigación de la GAATW, “Hacia una mayor rendición de cuentas:
Yo le pediría al gobierno, que nos dé la oportunidad de trabajar. Es bueno que nos tengan vigiladas para que no abusen de nosotras. Que nos escuchen, como madres solteras, como madres y padres que somos. Estamos aquí por nuestros hijos. Algunas compañeras se están yendo a Salina Cruz, Oaxaca, porque aquí ya no hay trabajo como antes y porque les da miedo los operáticos. Otras van a terminar en la calle o refundidas en quién sabe qué tipo de lugar. Así hemos sacado adelante a nuestros hijos, gracias a este trabajo. Yo veo muy mal que estén cerrando los bares. De esto viven nuestros hijos, pago renta, luz. Cuánto me gana la muchacha que cuida a mis hijas. Yo gano 100 pesos diarios. Si tomo gano un poquito más. Soy de Honduras, me llamo Elisa y tengo 29 años y dos viviendo en esta ciudad.
La mayoría de mujeres que venimos de Centroamérica, vamos a los bares porque no tenemos otra opción. Que te esté tocando un cliente, no te gusta. Hay que tener hígado para soportar todo esto. Trabajo en esto por necesidad de mis hijos. Si cierran los negocios como este, tendría que rentar un cuarto muy pequeño. Este trabajo, me permite una vida digna con mis hijos. Esto mira uno cuando trabaja de mesera; la estabilidad de sus hijos y nada más. Acá vivimos mejor que en Honduras. Si estuviéramos secuestradas como dicen, no podríamos ir de un lugar a otro. Que si hay trata de blancas, la hay pero no en lugares a la vista de todo el mundo. Qué pretenden cerrando estos negocios? Qué opciones nos están dando. Sólo la calle. Otras compañeras tienen que trabajar de meseras, porque a su marido no le alcanza su salario y ni modo que dejen morir de hambre a sus bebés. Me llamo Erika, tengo 23 años y llevo 2 años aquí. Tengo 2 hijos en Honduras.
Yo les diría a las autoridades que nos apoyen. Somos mexicanas y extranjeras y todas somos madres. Yo entré por necesidad, mi esposo se fue para los Estados Unidos y no volví a saber de él. Yo tenía a mi bebé recién nacido. No podía solventar lo que ganaba en una quincena. Empecé a trabajar en esto hace 11 años. Tengo 32 años. Es difícil este trabajo, hay demasiados riesgos. Yo no salgo porque se encuentra una cada cosa en la calle. Me llamo Azucena, soy guatemalteca y llegué hace 15 años a la ciudad.
Mi nombre es Blanca, soy hondureña, soy madre soltera, mi hijo y mi madre dependen de mí. Vine a este país para salir adelante, mi trabajo de mesera no me deshonra, porque es un trabajo digno, pues la verdad quiero que nos echen la mano para solucionar nuestros problemas, ya que muchas familias vivimos del trabajo que hacemos en bares y cantinas y ahora los está cerrando el gobierno. ¿Qué vamos a hacer?
Mi nombre es Brenda, soy trabajadora sexual. Yo vine a este país a trabajar porque está muy dura la delincuencia y el trabajo en Honduras no hay. Empecé a trabajar en esto y les mando dinero a mis hijos.
Me llamo Yessica, soy guatemalteca. A los 20 años salí de mi tierra, sólo estudié hasta 3 años de primaria. Mi familia me dijo hay te esperan tus hermanos. Yo perdí todo contacto con mi familia. Cuando junté dinero para ir a verlos, ya se Habían muertos mis padres y mis hermanos ya estaban en los Estados Unidos. Llevo 9 años en Tapachula, Chiapas. Iba de paso, me agarró migración y un chavo les dijo que yo era su mujer y me dejaron libre. En ese momento, yo era virgen y esa gente que venían encapuchados, vestidos de azul, empezaron a gritar y con armas grandes, me violaron una y otra vez. No supe quienes fueron. Sentí desprecio hacia los hombres, no quería acostarme con nadie. Fue muy pesado para mí, porque además mi pareja, quería que me acostara con su papá y yo no le permitía que ni me tocara. Duré 3 años para poder tener a mi hija. Por eso lo dejé y empecé a trabajar como trabajadora sexual, porque mi hija veía todo ese acosó por parte del papá de mi pareja.
A mi hija ya la registré como mexicana, hija de mexicano y guatemalteca; otras compañeras no han podido hacerlo. Cuando lo dejé, me quitó a mi hija y me tiré al alcohol, pero una persona me apoyó para recuperarla. Lo que pasa es que yo no lo quiero. Mi hija no quiere irse a Guatemala, no le gusta porque las escuelas están feas. Allá no hay dinero ni trabajo. En Guatemala ganaba 360 pesos a la semana, acá gano 200 al día. Yo no me esfuerzo en ganar más, porque te desgastas mucho en este trabajo.
Mi hija lloraba todo el tiempo, por eso decidí regresar a Tapachula. Aquí nadie nos apoya por ser migrantes, la policía nos trata bien feo, nos obligan a tener relaciones sexuales y si no les damos dinero, nos llevan a la cárcel, aunque hayan abusado de nosotras. Los polis nos cobran doscientos pesos diarios para dejarnos trabajar en la calle. También hay compañeras encajosas que nos obligan a darles “para el refresco”. A mí me tocó un cliente que me agredió, me quería matar, lo quise denunciar, pero no me levantaron la denuncia, porque dicen que nosotras no tenemos derecho a hacerlo.
Gracias al trabajo sexual, pago 500 pesos de renta y 100 pesos diarios para la comida, fruta, yogurt y cuando mi hija se enferma, pido prestado, porque el medicamento es muy caro en Chiapas.
Yo les dijo a las autoridades que nos pongan atención y respeto, que nos dejen trabajar, que no nos discriminen, que no nos señalen. La calle no es bonito, dicen que nos ganamos fácil la vida, pero eso no es así. Nos exponemos a que ellos se quiten el condón y hay gente loca. Yo le digo al gobierno que me ponga un negocio de jugos. He ido a preguntar para trabajo, pero no me dan porque no tengo papeles.
Yo me enfermo a veces de cansancio, de asma, siento que me ahogo, que me asfixio. Me he hecho estudios.
Aquí me dicen Kitty, soy hondureña. Llevo 4 meses trabajando en esto. La economía está muy fea, hay mucha mara. Tengo 20 años. Yo llegué aquí cuando tenía 15 con la ayuda de unos señores de Guatemala, que me iban a dar trabajo en un restaurante y no fue así, me llevaron a un bar, pero no quise y luego como nadie me daba trabajo y no tenía dónde quedarme, me metí a trabajar en ese lugar como trabajadora sexual.
La migra me agarró en Huixtla y me deportó para Honduras, pero me volví a regresar a México. Tarde 15 días para llegar. La soledad es fea, antes tenía mucha fuerza, ahora ya no la tengo, quisiera morirme, lo que hace vivir son mis hijos. No hay mucha solidaridad entre nosotras. La vida es muy dura aquí. Pagamos 150 pesos diarios para que nos cuiden a los hijos, compramos pañales, leche. Al mes mando 1500 pesos a Honduras. El dinero no alcanza para todo lo que necesito, a veces no tengo para pagarle a la señora que me cuida al niño. Aquí nos dejan quedar.
Yo cobro 120 por un servicio. A mí no me pagan por estar como mesera, sólo me dan la comida y la dormida. Algunos clientes me tratan bien, pero otros mal, a veces quieren agredirte. Hay clientes que te ayudan, hay unos que tienes que soportarlos, están borrachos y en ocasiones te agreden, así no más.
Nadie se ha acercado para ayudarme, a veces se acercan policías para que me acueste con ellos para que no me metan a la cárcel o a veces quieren dinero. Yo trabajo por necesidad, no para que abusen de mí. En la comunidad a veces nos critican las mujeres, nos tiran indirectas, dicen que les quitamos a sus maridos. Ellos vienen por su cuenta.
Yo le diría al gobierno que dejen de molestarnos, que nos deberían de apoyar. Nadie nos quiere dar trabajo de otra cosa porque no tengo documentos. No me alcanzaría para juntar dinero ahora que nos cerraron el bar. No tengo dinero para comprar lo que mi hijo y yo necesitamos. Que nos dejen trabajar, sólo tenemos esta oportunidad. Mis padres no eran tan amables. Mi papá murió cuando yo era chiquita. Yo era la mayor, por eso salí para ayudar a mis hermanitos. Les mandaba dinero el año pasado, ahora ya no hay casi trabajo. Yo me quería ir a Estados Unidos, pero me deportaron y no pude llegar.
A nosotras nos checan los de salud. A la semana pagamos 50 pesos y nos dan una tarjeta de 50 pesos y la prueba de VIH, también la pagamos. Si no nos hacemos checar, nos detienen o sino pagamos 300 de multa o nos toca barrer la calle 3 horas como castigo. La doctora si me trata bien, pero el policía que checa la tarjeta es abusivo. A veces anda de mal humor, nosotras no tenemos la culpa de lo que le pasa.
Nadie nos apoya sólo Médicos de Francia nos da preservativos. En el centro de salud no nos dan condones, los tenemos que comprar en la farmacia de a 3 por 10 pesos. Antes no sabía cómo protegerme, ahora sé cómo cuidarme.
No estamos organizadas, hay mucha competencia entre .los dueños de los bares y cantinas donde trabajamos. Ellos nos cerraron los negocios por miedo a ser detenidos en los operativos de estos días. Nadie nos está dejando trabajar. Este, es el único lugar que tenemos para sobrevivir. Ahora no tenemos nada. Tengo un niño que nació aquí. No me dejaron registrar a mi bebé porque no tengo documentos.
En Honduras nos están sacando a la fuerza, no hay trabajo, que hagan algo por nosotras, si uno tiene un hijo ya tienes por quién vivir. A los 17 y 19 años salí embarazada. Estoy desesperada.
Puedes decir que me llamo Juana Pérez y que soy salvadoreña. Tengo 6 meses que llegué. Me tardé 40 horas en llegar al primer lugar a donde venía. No tuve problemas. Tengo necesidad. Tengo 3 hijos y 28 años cumplidos. Mi hermana me los cuida, yo le mando entre mil y mil 500 pesos a la quincena. Trabajo en este bar. Gano un salario mínimo, pero cuando me ocupo y ficho, gano de 100 a 500 pesos.
Ahora que están cerrados los lugares, siento feo. Nos afectan a nosotras. No tenía dinero guardado porque vivo al día. El patrón nos da alimento. La autoridad no vino para darnos ayuda, nos tratan mal. Ellos entraron y revisaron todo y cerraron los negocios. En algunos lugares llegaron bruscamente.
En mi país está difícil. Yo le diría a mi gobierno de El Salvador, que hay mucho peligro porque hasta los policías son delincuentes. Al gobierno mexicano le diría que todos somos iguales. Yo vine con otra amiga para trabajar en un comedor, pero quebró o al menos eso fue lo que nos dijeron. No había mucho trabajo. Hay que echarle muchas ganas.
Me llamo Kasandra, soy hondureña, tengo 26 años y 3 años acá. Yo vine de allá por la situación que se vive en Honduras. Hay mucha delincuencia. Si uno pone un negocito le cobran los delincuentes. Allá vemos niñas de 10 años con minifalda, prostituyéndose. Por eso me vine a México. La mayor de mis hijas tiene 11 años y el menor 6. Yo me vine por necesidad. Una familia me pago 3 mil pesos para que me trajeran. Tardé 2 días para llegar. En una noche nos quedamos a dormir en la calle. Yo empecé pidiendo ropa y comida, busqué empleo y nadie quería dármelo. Decían que mujeres no, porque quitaban el marido.
En mi país no hay mucho para estudiar. No hay dinero. Sólo, si acaso nos pueden dar la primaria. Aquí hay mucha hondureña para mejorar la vida. Allá a los 13 años nos juntan o nos juntamos como pareja. A los 14, yo en mi caso, ya tenía un hijo. A los 16, otro. Y así sucesivamente. No sabía cómo cuidarme hasta que tuve a mi primer hijo, pero el hombre es malo, nos golpea, lo amenazamos con denunciar, pero a las 24 horas de ser detenido ya está libre. A mí me golpeó durante 4 años. Le decía te voy a demandar y me respondía demándame, que al siguiente día salgo. Te acostumbras a la violencia. Si no me pegaba no me sentía a gusto, no estaba bien. Me di cuenta hasta que una amiga me dijo no te dejes. Pensé que no valía nada.
Yo decidí trabajar como mesera porque no tenía documentos. Aquí hay mucha discriminación por ser extranjera. Yo trabajaba en ese bar como mesera y ahora en esta cantina, cobro 100 pesos diarios. Cuando me ocupo o ficho, es más dinero para mi mamá y mis hijos. Me daban comida y dormida. Lo que ganaba se lo daba a mi mamá cada semana. Yo estudié hasta primaria, por eso estoy aquí para que estudien mis hijos.
Nunca me ha agarrado migración. Yo fui a migración para que me regresaran de forma voluntaria para ver a mis hijos que tenían problemas y me llevé a mi niño chiquito de un mes. Al bebé se lo llevaron al DIF. A mí me dejaron salir pero tuve que dejar a mi hijo con su papá.
No puedo tener a mis hijos acá, menos ahora que cerraron el lugar donde trabajaba. No tengo para mandar dinero y tengo que viajar a mi país, para no perder a mis hijos. Acá en México no me entregan a mi hijo porque trabajo en un bar.
Yo me separé de mi pareja porque me quería humillar, se nos murió el amor. Los hombres son muy machistas. Cuando estaba enojado me decía puta cantinera. Yo no trabajo atendiendo clientes, pero ahora si voy a tener que hacerlo. Sólo atendía para que tomaran.
Puse una nota en el periódico “Orbe” y también fui a la fiscalía y no me quisieron hacer caso. Yo entendí que no querían que trabajara en el bar; sino que firmara un papel con mis suegros, con las autoridades de la fiscalía donde dijera que día y a qué hora podía ver a mi bebé. Si no cumplo me encierran, al igual que a él, sino me lo deja ver. La familia ya me tiene más confianza y a veces me lo prestan hasta 3 días.
Ahora que están cerrados los negocios, no pueden abrir a pesar que tienen toda su documentación. No tengo dinero ahora, pero mi hermana me está ayudando para mandar dinero a mi casa. Sólo tenía 400 pesos ahorrados. Voy a empezar a prostituirme porque necesito dinero para ir a Hondura para que me puedan dar a mis otros hijos.
Muchas mujeres tienen problemas. Hay compañeras que no tienen para darles de comer a sus hijos en este momento.
A las autoridades les dijo que nos escuchen, que tengan conciencia, porque nos están afectando. Somos muchas personas que vivimos de esto. Estamos por necesidad. No tenemos para comer, pagar la vivienda. Nosotras las mujeres migrantes tenemos de 4 a 6 hijos. A cuántas están dejando sin trabajo. Nos están orillando a estar en la calle, a vender nuestro cuerpo. No podemos dejar morir a nuestros hijos. Nadie nos brinda apoyo, tampoco las autoridades. Piensan que les vamos a quitar todo y sólo queremos un poquito para vivir.
Hay instituciones que ayudan a regularizarte. Cobran 5 mil pesos y pierdes mucho tiempo. Te hacen ir cada rato. No se ponen a pensar que somos amas de casa y además trabajamos para ganarnos la vida. No tenemos tiempo ni dinero.
Corolario:
La prohibición del baile erótico, las clausuras de bares y deportaciones de mujeres migrantes, no han detenido la trata de personas, como lo evidencian las mujeres migrantes que participan en la escuela de promotoras de salud de MdMF y Brigada Callejera.
Palabras claves: Prevención, mujeres migrantes, Tapachula.
Autor/as: Jaime Alberto Montejo Bohórquez y Elvira Madrid Romero de Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer, “Elisa Martínez”, A.C. México.
Referencias:
“The Sex Sector: The Economic and Social Bases of Prostitution in Southeast Asia”, International Labour Organization, 1998, Lin Lean Lim.
http://www.ilo.org/global/about-the-ilo/media-centre/press-releases/WCMS...
“Afecto, besos y condones: el ABC de las prácticas sexuales de las trabajadoras sexuales de la Ciudad de México”, Salud Pública México 2003; Vol. 45(sup 5):594-607, Betania Allen, M en Antropol, et. al.
Censo de Población y Vivienda de 2010 del INEGI.
Respuesta de la Dirección de Acceso a la información Pública del ayuntamiento de Tapachula al oficio DAP/003/2010.
“L@s Guerrer@s de la noche: Lo difícil de la vida fácil”. Patricia Ponce. México, Porrúa, 2008.
“Autoprotección ante la trata de personas”, Elvira Madrid Romero, Jaime Montejo y Rosa Icela Madrid, Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez”, A.C., México, 2015.
“Hacia una Mayor Rendición de Cuentas / Responsabilidad; Monitoreo Participativo de Iniciativas Contra la Trata de Personas. Informe Regional.” (latinoamericano). Investigación coordinada por el Secretariado Internacional de la GAATW. Participaron, Asociación Civil de Derechos Humanos Mujeres Unidas Migrantes y Refugiadas en Argentina (AMUMRA) de Argentina; Fundación Renacer, Fundación Esperanza y Corporación Espacios de Mujer de Colombia; Fundación Esperanza de Ecuador; Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez”, A.C. de México y Capital Humano y Social Alternativo (CHS Alternativo) de Perú.
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