Columna:
Takones altos…
Memorias II…
Manuela
20/03/17
-Estaba bien, perdonen la palabra, estaba bien cabrón-.
Comentó Teresa mientras esperábamos a que nos resellaran la credencial de no asalariadas. Y en los ojos se veía una expresión ahogada de miedo como parte del recuerdo. Las pestañas temblaron y se abrazaron las unas a las otras para tratar de tranquilizarse.
-No manita-continuó el relato de aquellos años donde no había visibilidad- los policías, esos hombres que parecía que no tenían madre o hijas o esposas. ¡Sí! Nos agarraban como trapos viejos y nos aventaban pa’ dentro de las camionetas. Muchas veces hasta encima de las compañeras que ya llevaban ahí.
Y con la fuerza del recuerdo las palabras comenzaron a desentumirse y la lengua, ese musculo tan poderoso que en ocasiones daña más que los puñales, permitió un hilo de “malas palabras” acomodadas como adornos que resaltan de las vivencias.
-Cabrones, pasaban y con la bocina decían, tráiganme a todas esas putas para acá. No y a correr. Pa’ todos lados. Unas se quitaban las zapatillas o tras con todo y los tacones salíamos en chinga. Voladas. Eran unos pasados de… bendito dios que ya eso ya no pasa.
-Pero a las nuevas, como no les ha pasado muchas de las cosas que a nosotras nos hicieron pus ni se preocupan. Yo les dijo, sáquenla, les va a servir.
-No, contestan. Y empiezan a preguntar, y dónde es, y que hay que llevar, y cuanto tiempo es, y cobran, y, y, y pus hartan. Porque cada que les decimos son las mismas preguntas y nunca vienen a sacarla.
-Luego, cuando andaban así, como perros, teníamos que irnos hasta la Morelos, hasta, hasta Garibaldi. Y ahí las cosas pus se ponían más feas. Porque en esos días solo nos podíamos llevar pus a los conocido, a los clientes. Les decíamos, ¿vamos?, y si decían que sí, les decíamos pero hasta allá o hasta acullá, porque si nos veían salir de los hoteles nos trepaban.
-No, y a ellos los dejaban limpios. Sí, esos señores que disque son pa’ cuidar, nombre nomás estaban pa’ sacarle el dinerito a quien se agarraran, a nosotras, a los clientes y a veces a los que iban pasando.
-Una caminaba, bueno de primero corrías, buscabas desafanarte. Que nadie te agarrara. Porque si te trepaban alguien se sentía con el derecho de manosearte, cuando menos, hay muchas compañeras que antes de ser violadas cuando ofrecían un servicio, fueron violadas por los policías. Después te presentaban en el ministerio público y nos tenían ahí, en lo que llamaban la vaquita, por veinticuatro o por cuarenta y ocho o hasta por setenta y dos horas.
-Las familias se preocupaban mucho, muchas no sabían en que trabajábamos realmente, así que por un lado te tenían ahí, pus secuestradas, porque no habíamos hecho nada, y cuando salías además de bien cansadas, humilladas, además sin dinero. Y pus piense y piense que les ibas a decir cuando te preguntaran dónde estabas.
-Claro, ya ni pensarlo, pus de puta no te iban a bajar, y tú ni vela en el entierro. Solo porque no nos dejaban trabajar. Por eso muchos me caen bien gordos.
-Espero que las nuevas, las más jovencitas que empiezan a trabajar pus nos crean cuando les decimos que si no se organizan, que si no tienen formas para defenderse pus les va ha ir bien feo, tan feo como a nosotras en aquellos tiempos o que con estos tiempos que están bien feos, dios no lo quiera les puede ir peor.
-Por eso yo seque mi credencial de no asalariada. Yo por eso, aunque digan que es pérdida de tiempo, yo vengo a resellar mi credencial. Más vale perder un poquito de tiempo que días de angustia por que nos quieran mover de nuestro lugar de trabajo.
En fin… ¿Vamos?
PD.
El Trabajo sexual no es trata de personas.
El Condón no es una prueba jurídica de trata de personas, es un utensilio de salud.
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