El Grito de las trabajadoras sexuales independientes
Diego Durán
En la sala común de la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer, “Elisa Martínez”, cerca del mercado de la Merced, conversaban tres personas. Sus relatos reverberaban más fuerte que los gritos de los vendedores al vocear la mercancía. “Yo tengo mucho que contar”, interrumpió alguien en la charla, “un día, después de terminar el servicio, mi cliente me encerró en su casa, y sacó un machete. Quería matarme. Como pude me defendí y escapé de ahí”.